Hace meses comencé con la idea de hacer un blog, durante semanas había pensado como iniciar y busque inútilmente un artículo sobre Francisco I. Madero que hice hace algún tiempo para abrir este espacio. Después de no definir absolutamente nada con que comenzar, mientras veía el partido de México contra Estados Unidos me surgió una idea que escribir.
El partido fue buen jugado por los mexicanos y en un principio por los estadounidenses, además de buenos goles. Pero mas allá de hablar del partido, de lo que quiero escribir es de algo mas profundo que existe en relación a ese partido. Cuando vi la reacción en los goles de México con las personas que estaba, noté ese sentimiento tan paradójico que tenemos los mexicanos hacia los “gringos”, algo así como una relación amor-odio sin igual.
Me explicare:
El partido, por más que nos digan que solo es un partido de futbol, tiene implicaciones más profundas que tienen que ver tanto con nuestra idiosincrasia, nuestra historia y con la forma en que nos conceptualizamos como nación. En realidad “era”, y reafirmo lo de “era”, en lo único que le ganábamos a los gringos (bueno, sin contar la corrupción claro), si, a esa superpotencia que hoy en día no tiene rival y que tal vez desde el imperio Romano no existe una igual (cosa que tocare en otra ocasión), y de eso nos enorgullecíamos, de ganarle a los “odiados gringos”, los de la maquinaria perfecta.
Hay varios factores que hacen de nuestra relación con los estadounidenses una de amor-odio. Se ha convertido en antonomasia el “odiarlos”, si, “odiarlos”, o sea repudiarlos. ¿Por qué? Bueno, las razones pueden ser muchas y variadas, pero lo que si es un hecho es que desde chicos se nos enseño que los gringos que estuvieron detrás de la independencia de Tejas, si, así con J porque para cuando se independizaron la usaban todavía, solo fue hasta anexión a los Estados Unidos cuando le pusieron la x.
Al invadirnos en 1846-48 nos “robaron” la mitad del territorio, cosa no del todo cierta. Al final de cuentas ellos ganaron la guerra y como tal estaban en posición a dictar que se tomaba como botín y ese consistió en más de dos millones de kilómetros cuadrados, dicho de otro modo, el 55% del territorio nacional (al margen de que todo estaba perfectamente detallado con respecto a que se llevarían.). Pagaron 15 millones de dólares por indemnización y gastos de guerra pagados en 3 partes. Después ahondare en esa guerra. Pero no podemos decir que nos “robaron” los territorios.
¿Por qué digo esto? Por las “reglas” de toda guerra. Por ejemplo, cuando Napoleón inició su expansión conquistando la mitad de Europa, nadie dijo que les habían “robado” esos territorios porque simplemente era la consecuencia de ganar la guerra. Los israelíes cuando ganaron “la guerra de los 6 días” en 1967, le quitaron a Egipto la franja de Gaza y la península del Sinaí, las llanuras del Golán a Siria. Así son las guerras. Claro, siempre se les ha considerado a Napoleón y a Israel como invasores.
Pero regresando al tema de México y Estados Unidos, siempre nos han enseñado que son los malos, los que abusan y toda clase de adjetivos (cosa que si llegan a ser dicho sea de paso), pero en el fondo los envidiamos por muchas razones: su concepción como nación, como ciudadanos, su economía, su sistema judicial (que aun y cuando tiene corrupción es mucho mejor que el nuestro. Por lo menos allá si puedes demandar y ganar casos.), por su poderío militar, social, político, deportivo, su civismo, su gran trabajo en equipo, entre muchas más cosas que los hace la potencia que es.
Así mismo rechazamos su falta de cultura, su rechazo a sus raíces indias, su avaricia, que de cada 5 palabras 4 sean dólar, su poca calidez y cierta indiferencia a los demás.
Pero creo que lo que pasa realmente es que no hemos crecido como país aun estando junto a ellos como si lo han hecho los canadienses, u otras naciones en Europa con las potencias como Francia, Alemania o Inglaterra. Estamos junto a ellos y no pasa nada con nosotros, no crecemos, no imitamos sus planes a largo plazo en cualquier cosa, no reconocemos que lo que nos hace importante no es conocer a algún político, al que sale en la tele o porque tengo dinero, no, lo que nos hace importante es el ser ciudadanos, cosa que ellos tienen bien claro y por eso exigen como lo que son: parte de una nación, no de las estadísticas.
Ese complejo de inferioridad tan grande que tenemos nos ha evitado ir más allá. Tristemente no hemos copiado lo bueno de ellos y solo nos conformamos con ganarles cuando se puede en el futbol o en cualquier otra cosa, por eso festejamos tan alocadamente cada vez que les ganamos en lo que sea sin ver mas allá de cambiar nuestros hábitos como persona que después se convertirán en hábitos como familia, como comunidad, como municipio, como estado y nación.
Así es, nos conformamos con “odiarlos” por antonomasia, como si ello fuera lo unico que pudiéramos hacer.
El partido fue buen jugado por los mexicanos y en un principio por los estadounidenses, además de buenos goles. Pero mas allá de hablar del partido, de lo que quiero escribir es de algo mas profundo que existe en relación a ese partido. Cuando vi la reacción en los goles de México con las personas que estaba, noté ese sentimiento tan paradójico que tenemos los mexicanos hacia los “gringos”, algo así como una relación amor-odio sin igual.
Me explicare:
El partido, por más que nos digan que solo es un partido de futbol, tiene implicaciones más profundas que tienen que ver tanto con nuestra idiosincrasia, nuestra historia y con la forma en que nos conceptualizamos como nación. En realidad “era”, y reafirmo lo de “era”, en lo único que le ganábamos a los gringos (bueno, sin contar la corrupción claro), si, a esa superpotencia que hoy en día no tiene rival y que tal vez desde el imperio Romano no existe una igual (cosa que tocare en otra ocasión), y de eso nos enorgullecíamos, de ganarle a los “odiados gringos”, los de la maquinaria perfecta.
Hay varios factores que hacen de nuestra relación con los estadounidenses una de amor-odio. Se ha convertido en antonomasia el “odiarlos”, si, “odiarlos”, o sea repudiarlos. ¿Por qué? Bueno, las razones pueden ser muchas y variadas, pero lo que si es un hecho es que desde chicos se nos enseño que los gringos que estuvieron detrás de la independencia de Tejas, si, así con J porque para cuando se independizaron la usaban todavía, solo fue hasta anexión a los Estados Unidos cuando le pusieron la x.
Al invadirnos en 1846-48 nos “robaron” la mitad del territorio, cosa no del todo cierta. Al final de cuentas ellos ganaron la guerra y como tal estaban en posición a dictar que se tomaba como botín y ese consistió en más de dos millones de kilómetros cuadrados, dicho de otro modo, el 55% del territorio nacional (al margen de que todo estaba perfectamente detallado con respecto a que se llevarían.). Pagaron 15 millones de dólares por indemnización y gastos de guerra pagados en 3 partes. Después ahondare en esa guerra. Pero no podemos decir que nos “robaron” los territorios.
¿Por qué digo esto? Por las “reglas” de toda guerra. Por ejemplo, cuando Napoleón inició su expansión conquistando la mitad de Europa, nadie dijo que les habían “robado” esos territorios porque simplemente era la consecuencia de ganar la guerra. Los israelíes cuando ganaron “la guerra de los 6 días” en 1967, le quitaron a Egipto la franja de Gaza y la península del Sinaí, las llanuras del Golán a Siria. Así son las guerras. Claro, siempre se les ha considerado a Napoleón y a Israel como invasores.
Pero regresando al tema de México y Estados Unidos, siempre nos han enseñado que son los malos, los que abusan y toda clase de adjetivos (cosa que si llegan a ser dicho sea de paso), pero en el fondo los envidiamos por muchas razones: su concepción como nación, como ciudadanos, su economía, su sistema judicial (que aun y cuando tiene corrupción es mucho mejor que el nuestro. Por lo menos allá si puedes demandar y ganar casos.), por su poderío militar, social, político, deportivo, su civismo, su gran trabajo en equipo, entre muchas más cosas que los hace la potencia que es.
Así mismo rechazamos su falta de cultura, su rechazo a sus raíces indias, su avaricia, que de cada 5 palabras 4 sean dólar, su poca calidez y cierta indiferencia a los demás.
Pero creo que lo que pasa realmente es que no hemos crecido como país aun estando junto a ellos como si lo han hecho los canadienses, u otras naciones en Europa con las potencias como Francia, Alemania o Inglaterra. Estamos junto a ellos y no pasa nada con nosotros, no crecemos, no imitamos sus planes a largo plazo en cualquier cosa, no reconocemos que lo que nos hace importante no es conocer a algún político, al que sale en la tele o porque tengo dinero, no, lo que nos hace importante es el ser ciudadanos, cosa que ellos tienen bien claro y por eso exigen como lo que son: parte de una nación, no de las estadísticas.
Ese complejo de inferioridad tan grande que tenemos nos ha evitado ir más allá. Tristemente no hemos copiado lo bueno de ellos y solo nos conformamos con ganarles cuando se puede en el futbol o en cualquier otra cosa, por eso festejamos tan alocadamente cada vez que les ganamos en lo que sea sin ver mas allá de cambiar nuestros hábitos como persona que después se convertirán en hábitos como familia, como comunidad, como municipio, como estado y nación.
Así es, nos conformamos con “odiarlos” por antonomasia, como si ello fuera lo unico que pudiéramos hacer.
Lo que se te olvida comentar, y que no tiene nada que ver con lo que llaman "botín de guerra", es que lo atrás dicho, no tiene nada que ver con la legitimidad de dicha guerra.
ResponderEliminarEsto es, los motivos por los cuales una nación glótona aspira conquistar por medios ideologicos, es cambiada por los medios por los que se ganan todas las guerras que invaden territorios: la barbarie de la sangre derramada por quienes defienden su propia casa, ya que la habitaban desde antes que aparecieran invasores expulsados de sus anteriores tierras.
Este simple hecho no justifica que la ambición desmedida de algunos gobernantes por hacerse de territorios, y con ello, de sus riquezas naturales, justifique moralmente ninguna guerra, y mucho menos que aprovechandose de la debilidad del enemigo, se le arrebate tierras habitadas por quienes las trabajaron desde tiempos inmemoriales.
Es verdad, ganaron la guerra, pero esa guerra no fué ganada ni moral, ni ética, ni mucho menos históricamente; y hoy vemos sus consecuencias en el odio de lo que con justa razón le llama el pueblo "robo de territorio".
Pero recordemos un dicho que dicen los mexicanos que ahora habitan lo ya ido: "En el vientre de nuestras mujeres, se encuentra la recuperación del territorio perdido".
Saludos.
Gerardo Montagno