¿Era de verdad tan maquiavélico Maquiavelo?

Cuando uno escucha o usa la expresión “maquiavélico” en referencia a alguien, inmediatamente le viene a la mente una persona sin escrúpulos, fría, calculadora, taimada, intrigosa, en esencia alguien sumamente malo que haría cualquier cosa con tal de conseguir lo que se propone.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española da tres definiciones de maquiavélico: 1. Perteneciente o relativo al maquiavelismo. 2. Que sigue las doctrinas del maquiavelismo. 3. Que actúa con astucia y doblez.
Y “maquiavelismo” lo define como: 1. Doctrina política de Maquiavelo, escritor italiano del siglo XVI, fundada en la preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral. 2. Modo de proceder con astucia, doblez y perfidia.
¿Pero que tan maquiavélico era Nicolás Maquiavelo?
Primero que nada me gustaría ubicar bien los años en lo que vivió. Nacido en Florencia en 1469, Maquiavelo pertenecía a una familia de la nobleza que había empobrecido y vivió en los tiempos en que Lorenzo y Pedro de Médici gobernaban aquel principado. Al morir Savoranola, Maquiavelo fue nombrado secretario de la segunda cancillería de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad, cargo que le llevo a realizar importantes misiones diplomáticas ante el rey de Francia, Maxiliano I. Años después fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado en 1513. Tras recuperar su libertad se retiró a una casa que tenía a las afueras de Florencia, donde escribiría su obra cumbre: El Príncipe.
Inspirado en Cesar Borgia, Maquiavelo traza lo que debe de hacer un gobernante para que el Estado mantenga el control de la nación que rige. No es, como se ha dicho erróneamente, un manual para conseguir cualquier fin sean los medios que sean. Si bien es cierto que hay frases que parecen demasiado duras, cuando se hace alusión a ellas es sólo para recalcar la parte “mala” sin dar el contexto quitándole así su real dimensión.
Por ejemplo:
“Para poseerlos seguramente, no hay más que exterminar la familia de príncipe que los dominaba”. ¿Acaso no es un acto de salvajismo asesinar así? Veamos que dice antes: “Es facilísimo conservarlos, sobre todo si los habitantes no están acostumbrados a vivir libres”. Aquí se refiere a una nación que ha sufrido de gobernantes opresivos pero al ser conquistada por un nuevo príncipe, este lo que tiene que hacer es eliminar todo rastro de la monarquía anterior para así mostrarles a sus nuevos súbditos la diferencia entre ambos gobiernos. Pero va más allá: “Y conservándoles en lo demás sus antiguos usos y costumbres”. Si, no se trata de ser un gobernante igual de opresivo que el anterior.

Hay más: “Así que la ofensa hecha a un hombre ha de ser tal, que el Príncipe no pueda temer la venganza”. ¿No es un acto de crueldad? Si lo tomamos literal, sin duda alguna. Pero más bien es un acto de pragmatismo. ¿Por qué? Porque de no hacerlo el efecto puede ser contraproducente para él mismo. De esta forma el gobernante garantiza que no tendrá rivales que sistemáticamente lo ataquen, o visto en su época, que lo invadan y desestabilicen su gobierno llevándolo a su caída.

Pero no todo en El Príncipe son frases crueles e insensibles como se pudiera ver, va más allá y también abarca un aspecto que muchos gobernantes a través de la historia no han tomado en cuenta, dice:”Uno de los medios mejores y más eficaces sería que el nuevo Príncipe fuese a habitar en el país conquistado: así se haría mas segura y duradera su posesión. (…) Estando presente se ven nacer los desórdenes y al punto se les pone remedio; estando ausente, no se conocen hasta que son tan graves que ya no se pueden remediar”. Muchos de los problemas a los que se enfrentan muchos gobernantes es que se alejan tanto de la vida real (la de sus gobernados) que pierden la dimensión de sus decisiones, llevándolos a tomar medidas sumamente impopulares, y consiguiendo que a la larga la insatisfacción sea mucha, creándose desórdenes que pueden llegar a desestabilizar al gobierno en turno. Todo por alejarse de la realidad.
No hace mucho, en un programa en España, donde gente de la calle le hace preguntas a su presidente, un señor le preguntó a Rodríguez Zapatero que cuanto costaba un café en el supermercado. Rodríguez Zapatero simplemente no contestó, porque desconocía su precio. Si un presidente o primer ministro viven en su mundo alterno, alejado de la problemática de la vida cotidiana, tarde que temprano habrá problemas, que se pudieran resolver si leyeran mejor a Maquiavelo y “habitaran” el país que rigen.

Pero también se remite a la historia, y en especial a los Romanos cuando dice lo siguiente: “Los romanos preveían de lejos los inconvenientes, remediábanlos siempre de modo que nunca tuvieran que rehuir la guerra, sabedores de que diferirla no es evitarla, sino más bien dar ventajas al enemigo”. Al margen de la fantástica capacidad para la guerra que tenían los romanos, estas palabras son básicas para todo tipo de asuntos. Nunca será bueno ver un problema y tratar de evitarlo (no así intentar solucionarlo por otros medios, no todo tiene que ser un enfrentamiento), pero si es imposible la confrontación se debe de hacer. Los romanos lo hacían con bastante éxito porque simplemente veían las cosas con tiempo y podían prepararse para ellas, romper el nudo gordiano es difícil, pero si es necesario hacerlo se debe de hacer.
Y en relaciona a esto escribió: “Nunca se debe dejar subsistir el desorden por evitar una guerra; pues no se evita, sino se aplaza, con grandes desventajas del que lo hace”. Dejar crecer una situación y no tomar acción pensando en que se solucionará por si sola, mágicamente o porque lleva mucha carga de responsabilidad, lo único que provoca es desventaja al pusilánime.
Estos son solo algunos de los aspectos que quise resaltar de este libro, que es el que sienta la base para creer que Nicolás Maquiavelo no tenía moral (Gonzalo N. Santos, cacique de San Luis Potosí en el siglo pasado, decía que la “moral es un árbol que da moras”), pero no es así. Lo que él resalta es el ser pragmático. Para gobernar no se necesita crear un mundo ideal, no, se requieren decisiones firmes, pero calculadas, para el sostenimiento del mismo gobierno y en beneficio de los gobernados.

El Príncipe es un gran libro (uno de mis favoritos), pero, ¿no será en realidad que Maquiavelo resalta los defectos humanos al gobernar, demostrando que es más fácil y factible hacerlo de ese modo?


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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
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