La guerra de Vietnam, la gran derrota estadounidense. (2da parte)



La forma como los Estados Unidos atacó y las armas que usó fue indiscriminada y salvaje. Por ejemplo, en la provincia Xiang Juang destruyeron todos los edificios. El uso del agente naranja, un herbicida que se lanzaba desde los aviones a la selva para despejarla, provocó que se contaminaran muchos cultivos e hizo que nacieran niños con deformidades, como por ejemplo, sin manos y pies. Esto porque sus padres estuvieron expuestos a este químico, que hoy se sabe era 4 veces más toxico de lo que se dijo en ese tiempo. Además esta el tristemente famoso Napalm, sustancia química extremadamente difícil de apagar y que provocaba sufrimientos inimaginables a aquellos que eran sus victimas.
La foto tomada (en la imagen) el 8 de junio de 1972 donde se ve a una niña de nueve años llamada Kim Phuc, corriendo desnuda y con evidentes gritos de sufrimiento, mostraron la barbarie que esta bomba representaba. Si bien es cierto que sobrevivió, se tuvo que operar en treinta ocasiones para paliar los efectos del 65% de su cuerpo que resultó afectado.
Asi mismo tambien usó las llamadas bombas lazy dog, que la explotar se fragmentaban en miles de agujas de acero.

El vietcong estaba conciente de su inferioridad ante el potencial militar de su rival, combatió de una forma más efectiva que las tácticas militares ideadas por el estado mayor ubicado en Saigón: la guerra de guerrillas. Este tipo de combate resulta muy efectivo en las circunstancias como las que se vivieron en esa guerra. Ho Chi Min conocía esa forma de pelear porque la había usado ya contra Japón veinte años antes. De hecho, podríamos decir que es en cierta medida es una guerra psicológica porque se desconoce cuando y como atacará el enemigo, desgastando los nervios de los soldados rivales, entrenados para combates con ejércitos que se conoce su ubicación. El vietcong atacaba rápido y se retiraba de igual forma, no dando tiempo a reaccionar a los estadounidenses, pero además usando la famosa “ruta Ho Chi Min”, que constaba de caminos subterráneos hechos en el bosque y la selva que unían el norte con el sur. Se necesitaba de una gran cantidad de hombres, excelente coordinación entre los mismos y mucha discreción para mantener esa ruta que nunca fue descubierta por los Estados Unidos en su totalidad, y ayudó en gran manera a lograr la victoria.


El año de 1968 fue el que marcó el viraje en la guerra por dos razones: las protestas universitarias y de pacifistas en las ciudades más importantes de EU, siendo una de las más célebres la realizada frente al Pentágono donde se reunieron 50, 000 personas protestando contra la guerra.
La segunda razón fue la sorpresiva ofensiva TET, así denominada por haberse realizado durante el año nuevo lunar. Fue un ataque con 600,000 soldados y coordinado en 140 ciudades del sur, llegando hasta la mismísima Saigón y atacándola por quince lugares distintos, y tomando hasta mismísima embajada de los Estados Unidos que estuvo ocupada por seis horas. Militarmente hablando fue un fracaso porque se les replegó rápido y se perdieron muchos hombres, pero se logró lo que nunca consiguieron los estadounidenses: una victoria moral y psicológica. La ofensiva demostró que la victoria no era un hecho, sino que era posible una derrota. Y exhibió a su servicio de inteligencia incapaz de detectarla desde antes.
Ese año Lyndon Baines Johnson anunció que no buscaría la reelección y comenzó a negociar en secreto con lo vietnamitas en París. Los demócratas, desprestigiados por la guerra, perdieron ese año las elecciones, siendo el ganador el republicano Richard Nixon. Quien inicia una “vietnamización”, que no era otra cosa más que la continuación de la guerra, más tropas, dinero, ataques terrestres y aéreos.

El 16 de marzo de se año se sucedió uno de los hechos más brutales y vergonzosos de los que se tenga memoria: la matanza de My Lai. Donde tropas estadounidenses al mando del inepto teniente William Calley, de 26 años, quien durante de 4 horas esperando ordenes permitió la violación de las mujeres, después masacró a más de 500 civiles (algunos dicen que 300) desarmados de forma indiscriminada. La masacre fue detenida cuando el piloto Hugh Thompson Jr se interpuso humanitariamente entre los soldados y la población vietnamita.
La muerte de Ho Chi Min en 1969 no afectó la moral de los vietnamitas, afectando a su favor el curso de la guerra, como pensaban los estadounidenses.
Dos años después, en 1971, durante la batalla de río Mekong, el gobierno estadounidense utilizó el alucinógeno BZ con la finalidad de despertar la agresividad de sus soldados y cuyo resultado fue la matanza entre ellos mismos. Perdieron esa batalla.

Y es aquí donde entra una de las claves de la derrota: la degradación de la tropa. Era un caos. La droga que proporcionaba la CIA corría sin control, los soldados asesinaban a sus oficiales, degollaban a inocentes, y esto era la consecuencia de la deshumanización a la que fueron sometidos con el fin de lograr mayor efectividad cuando en realidad sólo consiguieron crear drogadictos a los que nunca se les intentó readaptar cuando regresaron. Según datos del ejército, entre un 15 y 20% se volvieron heroinómanos. Datos conservadores indican que el 15% cayeron en la marginalidad, victima de las drogas y con secuelas emocionales. Es por ello que durante la década de los setenta y parte de los ochenta fueron frecuentes las matanzas de excombatientes sobre gente inocente, como por ejemplo, el asesinato de unos comensales en un Mc Donalds a principios de los años ochenta.

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Quienes cuentan la Historia siempre la han polarizado en buenos y malos, olvidando explicar por qué y cómo sucedieron los hechos, sacándolos de contexto y dando ninguna importancia a las razones que llevaron (u obligaron) a los personajes a actuar de cierta manera. El deseo de "El Gueto..." es presentar lo que se ha dejado de lado: los por qué, los cómo y las razones de la manera más objetiva posible para que TÚ saques tus propias conclusiones, y lo más importante: que TODOS entendamos cómo nos afectan.

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
Palabras que pronunció Agustín de Iturbide al entregarle las llaves de la capital que le habían sido dadas por el alcalde de la Ciudad, don José Ignacio Ormaechea, a su entrada a la capital de la Nueva España comandando a 16,000 hombres el jueves 27 de septiembre de 1821.