"El Gran salto adelante", el estrepitoso fracaso de Mao


En 1949, con la victoria del ejército rojo, comandados por Mao Zedon o Tse Tung, sobre los nacionalistas que dirigía China Kai-shek, se funda la República Popular de China, de corte comunista. Como todo gobierno comunista, se hicieron grandes y profundos cambios, tanto políticos, sociales y económicos, además de ser un régimen centralista. A partir de entonces Mao fomentó una sumisión total a su persona, apoyado por haber sido el artífice de la liberación japonesa mediante una magistral forma de hacer la guerra de guerrillas, y sus dotes de estrátega militar los demostró sin duda ante los nacionalistas, quienes los superaban tanto en hombres como en armas. En su discurso en la Plaza Tiananmen el 11 de octubre de 1949, declaró: "Nosotros, los cuatrocientos setenta y cinco millones de chinos, nos hemos alzado y nuestro futuro resplandece sin límites."


Inicialmente había una gran afinación con la URSS, tanto que llego a usarse el lema "lo que hoy es la Unión Soviética, mañana será China". La muerte de José Stalin, en 1953, supuso un cambio en las relaciones con Moscú, relaciones que se fueron deteriorando mucho, al grado de que Mao tildó a Kruschev y al Politburó de "social-facistas", comenzando un enfrentamiento con ellos en su forma de conceptualizar el comunismo y el liderazgo del mismo. Era evidente que China comenzaba a rivalizar con Unión Soviética.


Poco después puso en marcha la "reforma del pensamiento", o, dicho de otro modo, todo individuo tenía que adherirse a la "nueva sociedad" basada en el colectivismo, y para eso impulsó el primer Plan Quinquenal en 1953. Ahora ya no sería el proletariado la base de la revolución, sino el campesinado, cambiando el sustento de la tesís de Marx.
Este Plan consistió en una reforma agraria que expropió los campos de los terratenientes y los repartió entre los campesinos, con el objetivo de igualar su estatus más bien que el hacerlo colectivo, cosa que se cumplió cuatro años después. Pero también desembocó en la eliminación de aproximadamente 840,000 personas que fueron acusadas de contrarevolucionarios. Mao cuidó mucho que los muertos fueran por juicios hechos por el campesinado (manipulado evidentemente) y de esa forma involucrarlos en el proceso, y así lavarse las manos del mismo.

Ese mismo año también implantó una colectivizacion obligatoria que sólo se pudo implantar mediante fuertes medidas coercitivas, generando un gran descontento entre el campesinado, debido a que está medida implicaba en el perder en muchos casos tierras que recientemente habían adquirido. Viendo el descontento que generaban sus medidas arbitrarias en el campo, empezó en 1956 un proceso de revisión crítica del sistema con el lema "dejemos que cien flores se abran, dejemos que cien escuelas debatan" (en la imagen una pancarta de la misma), que consistía en animar a que la sociedad, y en especial los intelectuales, expresaran sus opiniones críticas al régimen, todo dentro de un marco de tolerancia y disposición a aceptar los cuestionamientos.

¿Por qué fomentar esa apertura en un régimen comunista? La medida fue tomada por razones políticas más que por verdaderas ganas de reformar al sistema. La crisis en Hungria (octubre a noviembre) y Polonia (junio a octubre) ese año, aunado a la condena de parte de Krushev al estalinismo en el XX Congreso del PCUS en ese febrero (que era una forma de curarse en salud debido a que el también conocía los sanguinario que fue su mandato), motivaron a Mao a motrar que China tenía una forma de hacer las cosas distintas, sin llegar a la violencia que se vió en esas naciones. Pero también tenía la finalidad de controlar esa apertura. Recibida la invitación con esceptisismo inicialmente, fue tomando auge a lo largo de 1957.

Muchos sostienen que en realidad fue un plan orquestado por el mismo Mao para desenmascarar a todos aquellos que por sus ideas representaban un peligro por sus ideas derechistas, o sospecharse de que lo fueran, llamadas ahora "malas hierbas venenosas", que fueron brutalmente cortadas de tajo. Más de un millón de personas fueron inhabilitadas de sus empleos, encarceladas o enviadas a centros de reeducación llamados "loagai", que no eran otra cosa que campos de trabajos forzados similares a los gulags rusos o de concentración nazis. ¿Por qué esa reacción tan visceral? Es posible que la apertura no haya sido debidamente calculada y sobrepasó lo esperado por el gobierno, de allí esa forma de actuar.

La rivalidad con la Unión Soviética se acrecentó con el envio del primer satélite artificial: el Sputnik ("simple" en ruso) por parte de la URSS. Este desarrollo tecnológico cimbró a China. Ellos se sentían los protectores del verdadero comunismo, pero no se veía reflejado en un avance sustantivo que mostrara al mundo los beneficios de ese sistema, lo cual cuestionaría en sí el implantarlo en el mundo. Por eso mismo creó en 1958, un poyecto llamado el “gran salto adelante”, que trajo consecuencias desastrozas.

Este tenía como objeto que en quince años China superase a Gran Bretaña en la producción de grano y acero. El proyecto en sí no tenía nada de malo, el problema fue que se aferró obsesivamente a esos dos rubros, y se quería que se alcanzaran cifras de un país industrializado cuando aun no lo era, recordemos que la República Popular de China no tenía ni veinte años. Pero hubo algo más, en su afan de alcanzar esos niveles tan altos se descuidaron muchos otros; no se vió que para hacer algo así era necesario crecer en otras áreas como parte de un plan integral que no desbalanceara el equilibrio económico, como finalmente sucedió.

Primero que nada se hizo una movilización colectiva tal, que provocó que profesores, funcioanrios, así como personas de otras profesiones, unos noventa millones de personas, lo que equivalía a la cuarta parte de la población económicamente activa dejase sus labores para cumplir con las cuotas de producción impuestas por el gobierno, perjudicando sensiblemente el resto de la actividad económica del país. Se fusionaron 700 mil cooperativas en 20 mil comunas, haciendo el trabajo más fácil para que el Estado controlara a la población por medio de un autogobierno que administraban los cuadros locales del partido.

El sistema de producción basado en hornos practicamente caseros, que en muchas ocasiones se mezclaban con metales diversos, producian un acero de muy baja calidad o inservible. La agricultura no estaba mejor, las sequías, la expropiación de todo tipo de metales aun los usados para el campo, las inundaciones y la eliminación de los gorriones que se comían las semillas, provocando que hubiera plaga de orugas e insectos, generaron una gran hambruma. Esto porque las exigencias de cereal y las represalias por no llegar a la cuota hicieron que las cosechas apartadas para alimento se dieran al estado. ¿La consecuencia? Veinticinco millones de muertos por el hambre aproximadamente, llevando en muchos casos al canibalismo, y un retroceso en términos absolutos del PIB por tres años consecutivos.

El enorme fracaso de la política económica de Mao supuso su destitución de la jefatura del Estado. Esto fue en 1962 cuando en una reunión del partido celebrada en enero, los dirigentes lo sustituyen por Liu Shaoqui, aunque Mao conservó el puesto de presidente del Partido Comunista Chino. La versión que se manejó fue que Mao mismo lo pidió, así evitando dar la imagen ante su nación y el mundo de que había fracasado el "gran salto adelante".

Pero el daño estaba hecho. Sin embargo, esa utopía del campo sirvió de base para que, años despues, Pol Pot la aplicara en escala mayor, más radical y más sangrienta en Camboya. Pero Mao no se quedó con los brazos cruzados, tejió una red más compleja y leal esperando volver al puesto de donde fue quitado. Se presentaría durante la "Revolución Cultural China".

Sin embargo Mao, que habrá sido un gran estratega militar, fracasó enormente con "Gran salto adelante", demostrando una vez más que el genio militar no va necesariamente de la mano con el genio político, y menos económico.

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
Palabras que pronunció Agustín de Iturbide al entregarle las llaves de la capital que le habían sido dadas por el alcalde de la Ciudad, don José Ignacio Ormaechea, a su entrada a la capital de la Nueva España comandando a 16,000 hombres el jueves 27 de septiembre de 1821.