La toma de la Bastilla, el acto popular que se mitificó.


Los Estados Generales se habían convocado el 5 de mayo de 1789 en el pabellón Des Menus Plaisirs en los bellos jardines del Palacio de Versalles, y no se estaba logrando nada. Las tan anheladas reformas no llegaban, sólo se dieron unas tímidas reformas financieras anunciadas por Jacques Necker, ministro de finanzas del rey Luís XVI, que no dejaron contento a nadie. Las cosas fueron más o menos bien las siguientes semanas para el rey hasta que el Tercer Estado, que lo componía la burguesía, que a su vez representaba también al pueblo, pidió que se llevaran a cabo las deliberaciones que desembocarían en las respectivas votaciones, pero pidió algo más: que fueran por cantidad de diputados y no por estamentos como era la costumbre, siendo el Tercer Estado quien tenía la mayoría.

El clero y la nobleza, las otras dos partes, se opusieron terminantemente y por más esfuerzos que hicieron para lograr la unidad de la cámara no fue posible lograrlo debido a que el rey, la nobleza y el clero, consideraban casi un sacrilegio aquello, provocando que el 17 de junio de ese 1789, el Tercer Estado se erigiera como Asamblea Nacional, teniendo más facultades, entre ellas la de legislar aspectos económicos.

El rey reaccionó con virulencia: clausuró la sala Des Menus Plaisirs, pero eso no impidió que la recién nacida Asamblea se moviera de lugar, yendo al pabellón Jeu de Pomme donde se comprometieron a no disolverla hasta lograr una nueva constitución para Francia. Luís XVI, viendo que se le salía de control las cosas tomó medidas que fueron insuficientes, en tanto que"la Asamblea Nacional" se convertía en Asamblea Constituyente, ahora las cosas eran diferentes. El rey veía impotente el principio del fin de la monarquía.

Las cosas en París estaban tensas. El 11 de julio es destituido Necker, cosa que sólo logró calmar a la reina quien lo culpaba de la crisis financiera. El domingo 12 de julio tres mil personas se reunieron en los jardines del Palais Royal que era el centro social de París, allí, todos lloraban por la destitución de Necker. ¿Por qué esa reacción de la gente por un banquero suizo que distaba de ser alguien que quisiera un gran cambio? Porque las palabras libertad, igualdad, constitución y ciudadano (ésta última rompía el concepto de anterior de súbdito) estaban en boca de los parisinos, nuevas ideas fluían, y la decisión tomada fue interpretada como un golpe de Estado, mostrando la reticencia del rey a cambiar las cosas. A eso hay que juntarle que el rey tenía en lugares clave de la ciudad a regimientos reales traídos de la frontera, y fuera de ella y en el Campo Marte a mercenarios alemanes y suizos, creando mucha desconfianza en la población, llegando a tener a cerca de 30,000 hombres listos para actuar. Ese mismo día 12 de julio se presentaron los primero choques con las guarias reales, aún y cuando el pueblo carecía de armas, cerca de las Tullerías, provocando una deserción del bando real.

Pero hay otro factor a tomar en cuenta: el ambiente que se sentía en París. Había miedo y un cierto grado de paranoia. Los dos últimos años de malas cosechas inundaron la ciudad de pobres y mendigos, la subida de la harina y el pan sólo propició que la gente se desesperara y echara la culpa a los especuladores. Se rumoraba que los aristócratas incautaban los suministros, envenenaban el agua y pagaban a bandidos y asesinos. Se decía que la ciudad moriría de hambre en poco tiempo. Tantas cosas se decían que la gente prefirió actuar primero y, estando exacerbada, se dirigió a la prisión de Maison Saint-Lazare, donde estaban recluidos los culpables de deudas, y la tomó por asalto un lunes 13 de julio. Los miembros del Tercer Estado decidieron crear una milicia popular para controlar los desmanes que se estaban dando, y lograron juntar a 50,000 hombres para ello.

Pero llegó el 14 de julio de 1789 y la historia cambió. Ese día por la mañana corrió el rumor de que en el Hotel de los Inválidos, un hospital militar, había 30,000 fusiles. Una multitud de entre 40,000 a 50,000 personas se reunieron en torno al lugar, donde a unos cuantos metros de allí estaba el mayor regimiento real. El comandante de la guarnición, Basenval, ordenó actuar a las tropas allí estacionadas, pero estas, ya fuera por temor o solidaridad con la población, desobedecieron, dejando a su suerte el hospital, que cayó rápidamente.30,000 fusiles y 12 cañones fue lo que la muchedumbre consiguió del lugar. La monarquía se caía a pedazos.

La población tenía armas, ahora sólo faltaban las municiones y se decía que en la Bastilla, una fortaleza que se habían convertido con el paso de los años en una cárcel donde se recluía a enemigos del Estado y se había convertido en un símbolo del despotismo, tenía municiones que se habían llevado del Arsenal Real. A continuación vendría el que sería el símbolo de la revolución: la toma de la Bastilla. Una fortaleza que medía 24 metros de alto y la rodeaba un foso de 8 metros de profundidad, defendida por 114 soldados y 15 cañones, gobernada por Bernard – René marqués de Launay quien, por cierto, había nacido allí, y que tenía en ese momento a sólo siete presos: cuatro falsificadores, a un enfermo mental (Auguste Tavernier), a un noble condenado por incesto y a un cómplice de Robert Francois Damiens, autor de una tentativa de asesinato sobre Luis XV.

Los hechos que siguieron a la petición de municiones se convirtieron en una leyenda que pasó a ser parte de la historia universal. Sucedieron así:

La gente llegó a las diez de la mañana. A las diez y media entra la primera delegación a negociar, siendo tratada con respeto pero saliendo sin resultados. A las once y media un negociador de apellido Boucheron que se entrevistó con el gobernador Launay, sin acuerdo alguno, se rompen las pláticas. A las doce y media los asaltantes entran hasta el patio que estaba detrás de la puerta levadiza y son recibidos con disparos de la guarnición dándose las primeras bajas entre los atacantes, pero permaneciendo en la posición. A las catorce horas llegan unos enviados del Ayuntamiento con bandera blanca para negociar, pero son atacados por los defensores. A las dieciséis horas la Guardia Francesa, una guarnición permanente en París y que simpatizaba con la causa popular, llegó al lugar comandada por Jean- Jacob Elie (quien por cierto estaba vestido con un llamativo uniforme blanco) y con sesenta hombres además de algunos cañones que dispararon a la fortaleza sin hacer mucho daño, pero si siendo un factor psicológico a favor de los asaltantes.

Una hora después, a las diecisiete horas los cañones entran al patio exterior, dándose en ese momento la rendición de la fortaleza,y provocando que la muchedumbre se lanzara en vorágine y sumamente extasiada al lugar. Su gobernador fue masacrado mientras se le conducía al Ayuntamiento, el alcalde Flessels también fue asesinado acusado de colaborar con el rey, las cabezas de ellos dos y de algunos oficiales de la guardia fueron puestas en picas y expuestas en el Ayuntamiento. El saldo final fue de 98 muertos y 73 heridos entre los dos bandos.

Fue así como terminó ésta toma. La rendición fue tomada como una gran victoria para el pueblo, haciéndola una gran gesta y convirtiéndola en el símbolo de la Revolución Francesa, cosa que en realidad no lo fue. ¿Por qué? Los hombres que fueron sólo iban armados con fusiles y muy pocas municiones, así que las posibilidades reales de triunfo eran pocas, máxime que la guarnición que allí se encontraba estaba en una posición muy segura. Pero fue por Launay, con su actitud vacilante y sus decisiones contradictorias (si inicialmente ordenaba negociar seguidamente mandaba disparar indiscriminadamente) fueron lo que provocó su caída.

Pero es aquí donde viene la singularidad de este episodio: si el gobernador hubiera cedido a las exigencias del pueblo, que eran municiones, tal vez no hubiera pasado a la historia como el hecho que se ha magnificado y llenado de heroisísmo. Pero también pongámonos del otro lado, el del gobernador. Seguramente sabía que si le daba municiones al pueblo, el siguiente punto lógico era ir a Versalles, ¿fue por verdadera lealtad al rey o realmente no entendía qué punto de la historia estaba viviendo? Fuese cual fuese la razón, lo que hizo terminó influyendo en el resultado final. Fueron los revolucionarios franceses quienes le dieron un gesto heroico. Las largas horas de combate le dieron ese sentido porque no fueron muchos los combatientes ni tantos los muertos. Además, en un hecho singular, había espectadores que estaban de curiosos en los portales y que no participaron en la refriega.

Para muchos, la toma de fue el punto de inflexión en la historia y la caída sin retorno de la monarquía, pero no fue así. Cuando de verdad Luís XVI perdía su reino y fue lo que cambió el rumbo de Francia y de la historia misma, se dio horas antes, en la toma del Hospital de los Inválidos. ¿Por qué? Porque la guarnición de soldados que se encontraba a unos metros y que negó a atacar al pueblo, sean cuales fuesen las razones, demostró que una parte del ejército no creía en su rey. Y un rey sin el apoyo de un ejército no gobierna. Allí Luís XVI perdió su reino y la revolución daba inicio. Pero toda revolución debe de tener sus símbolos y esa fue la toma de la Bastilla, que se convertiría en el símbolo de la revolución francesa, de los ideales de libertad, justicia e igualdad en los hombres y la que se quedó guardada, manipulada por lo revolucionarios que la magnificaron, como la representación en la historia. Un hecho que hubiera pasado como insignificante a no ser por la ineptitud de un hombre, el marqués de Launay.

En la imagen, la representación más fiel de la sucedido.

Comentarios

  1. "Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en desolación y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie"

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¿Por qué existe El Gueto...?

Quienes cuentan la Historia siempre la han polarizado en buenos y malos, olvidando explicar por qué y cómo sucedieron los hechos, sacándolos de contexto y dando ninguna importancia a las razones que llevaron (u obligaron) a los personajes a actuar de cierta manera. El deseo de "El Gueto..." es presentar lo que se ha dejado de lado: los por qué, los cómo y las razones de la manera más objetiva posible para que TÚ saques tus propias conclusiones, y lo más importante: que TODOS entendamos cómo nos afectan.

Frases historicas

"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
Palabras que pronunció Agustín de Iturbide al entregarle las llaves de la capital que le habían sido dadas por el alcalde de la Ciudad, don José Ignacio Ormaechea, a su entrada a la capital de la Nueva España comandando a 16,000 hombres el jueves 27 de septiembre de 1821.