Cuando Europa se comenzó a hacer una. (Primera Parte)


Mientras Víctor Hugo legislaba en la Francia de Napoleón III, cierto día planteó la posibilidad a futuro de una Europa unida, los legisladores reclamaron exaltados que eso era imposible, nunca unidos con Prusia ni con ninguna otra potencia europea. Cuando Víctor Hugo dijo esto, eran mediados del siglo 19, Francia y Prusia se encontraban muy cerca de una guerra, el pensar siquiera en la posibilidad de una Europa unida cuando el imperialismo estaba en su máximo auge sonaba descabellado. Sin embargo, esa carrera imperialista desembocó no sólo en la guerra franco-prusiana, si no también en la Primera Guerra Mundial, donde salieron a relucir a gran escala los afanes imperialistas. Alemania perdió la guerra y en el Tratado de Versalles, donde Francia se cobró lo hecho por Alemania cuarenta años antes, se gestó a su vez la Segunda Guerra Mundial.

Cuando ésta terminó, la situación política, y el mundo mismo, habían cambiado, dando lugar a dos superpotencias como tal vez nunca la humanidad había visto desde el Imperio Romano: los Estados Unidos y la Unión Soviética , quienes movieron sus hilos para controlar al mundo e imponer su ideología. Allí, en medio, quedaba una Europa desgastada, dividida, sin dinero, dependiendo de los Estados Unidos para su recuperación económica y donde las potencias tradicionales (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica y Países Bajos) iban perdiendo sus colonias una tras otra. La gran interrogante que ahora se hacían los europeos era: ¿Qué hacer para no ser absorbidos por la vorágine estadounidense y soviética? ¿A dónde dirigirse?

La idea no era nueva, al termino de la Primera Guerra Mundial los mismos europeos se habían comenzado a cuestionar a donde iban, dando paso a la creación del Movimiento Paneuropa, en Viena (Austria) en 1923, que aglutinaba a políticos, periodistas o intelectuales que pugnaban por una Europa unida y que fue auspiciada por el conde Richard Coudhove-Kalergi.

Pero las primeras iniciativas diplomáticas, más allá de las ideales, se dieron el 7 de septiembre de 1929 en la 10ª Sesión de la Asamblea de la Sociedad de naciones, donde el ministro francés de Asuntos Exteriores, Aristide Briand, presentó, pese a lo ambiguo, una propuesta de unión federal europea. La iniciativa no prosperó por el recelo de la mayoría de los gobiernos consultados y esto se debió al clima que reinaba en el mundo, y la sucesión de acontecimientos, como la crisis económica, el rearme alemán y la inestabilidad en las fronteras echo por tierra el proyecto. Al terminar la Segunda Guerra Mundial muchos intelectuales afirmaban que la civilización europea sucumbiría en un futuro. Fue allí donde comenzó a gestarse más seriamente la idea de una Europa unida. Pero la pregunta era: ¿Cómo?

Winston Churchill en un discurso el 19 de diciembre de 1946, en Zurich, hablaba de una Europa que se basara en la cooperación mutua pero con Estados independientes. Los primeros pasos a esa integración se dieron en diciembre de 1947 cuando se fundó el Comité Internacional de Coordinación para la Unión Europea , fue aquí donde se concretaron las primeras bases de la unión. Ésta debía estar sustentada por ciertos valores que todos, fuesen quienes fuesen, compartieran y fueran los cimientos de esa unión. Estos valores debían ser: la paz como valor supremo, un sistema democrático que permitiera la convivencia, un proyecto económico y social en cual fundarse el sistema y la unión como objetivo a largo plazo. Los debates llevaron a dos modelos: el federalismo y el funcionalismo. El primero era un proyecto similar al pacto federal de los Estados Unidos donde la idea radicaba en unir las entidades ya existentes y garantizar sus posesiones territoriales de poder. Dicho de otro modo, sería una autonomía federada, donde ninguna nación perdiera su independencia y hubiera una organización jurídico-política a varios niveles y donde lo económico, social y cultural fuese el aglutinador básico de la federación.
El funcionalismo radicaba en base de evitar otra guerra y fomentar la paz, y esto sería posible por medio de organizaciones puramente técnicas y funcionales en áreas donde fuese posible expandirse y que asegurase la soberanía de los Estados. Es último fue el elegido.

El 1 de enero de 1948 entró en vigor el Benelux, la unión de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo en un mercado libre común y que consistía en la supresión de derechos de aduana en sus fronteras comunes y además fijaba tasas fijas comunes para las mercancías que ingresaban a la unión, permitía la libre circulación de personas, bienes y servicios dentro de los tres países. Siendo este el primer tratado de libre comercio y rompiendo con el proteccionismo de los treintas.

Para ese mismo 1948 se creó el Movimiento Europeo. Este Movimiento Europeo convocó en el transcurso de tres años a varias conferencias, siendo las más importantes la de Bruselas (Bélgica) en febrero de 1949 y donde se creó el Tribunal de Justicia de los Derechos del Hombre; la de Westminster (Londres) en abril de ese mismo año; la de Lausana (Suiza) diciembre de ese mismo 1949 y la de Roma (Italia) en julio de 1950, siendo esta la que define los aspectos sociales de la unión. Sin embargo, lo que comenzaría a vincular a Europa se dio en la Declaración Schuman , el 9 de mayo de 1950. Esta declaración fue la creadora de la Comunidad Europea de Carbón y del Acero que se fundón en París en 1951. Ésta colaboración consistía en que la producción francesa y alemana del carbón y el acero, respectivamente, estarían bajo una autoridad común, consiguiendo dos objetivos claros: el abastecimiento mutuo del producto y la imposibilidad de una guerra entre ambas naciones. La cooperación quedaba abierta a todos lo países que quisieran adherirse a ella. Definitivamente Europa cambiaba, menos de un siglo antes hubiera sido imposible aquello.

Esta colaboración entre Alemania y Francia alentó la formación de otros tratados de cooperación, siendo el siguiente el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea de Defensa, que se firmó en París en mayo de 1952, y que fracasó por la negativa francesa a ratificarlo debido a un cambio en la política del país. Éste traspié no impido que la idea de un mercado común europeo tomara forma, siendo el éxito del Benelux lo que alentaría esa unión. Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo comenzaron plantear desde 1955 esa necesidad.

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¿Por qué existe El Gueto...?

Quienes cuentan la Historia siempre la han polarizado en buenos y malos, olvidando explicar por qué y cómo sucedieron los hechos, sacándolos de contexto y dando ninguna importancia a las razones que llevaron (u obligaron) a los personajes a actuar de cierta manera. El deseo de "El Gueto..." es presentar lo que se ha dejado de lado: los por qué, los cómo y las razones de la manera más objetiva posible para que TÚ saques tus propias conclusiones, y lo más importante: que TODOS entendamos cómo nos afectan.

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
Palabras que pronunció Agustín de Iturbide al entregarle las llaves de la capital que le habían sido dadas por el alcalde de la Ciudad, don José Ignacio Ormaechea, a su entrada a la capital de la Nueva España comandando a 16,000 hombres el jueves 27 de septiembre de 1821.