A 16 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio

El 23 de marzo se cumplieron 16 años del asesinato de Luís Donaldo Colosio, aquel que fuera candidato a la presidencia de México por el PRI. Después de tantos años la duda persiste: ¿Quién lo mató? Las hipótesis son variadas. Desde un complot del mismo Salinas, también se afirma que no quiso pactar con los narcos y hasta una donde se asegura que no se quiso corromper por los que planean un nuevo orden mundial… y así nos podemos seguir con muchas.

Son muchas las cosas que se quedan sin resolver en este caso, y la investigación generó más dudas que respuestas, aunada a la opacidad de las autoridades mexicanas, y lo único que provocaron fue la desconfianza por el resultado final de la investigación, que en este caso concluyó que fue la del “asesino solitario”, quien se llama Mario Aburto. Desde el principio se ha usado la palabra “magnicidio” para describir lo sucedido, pero es un error usarla. ¿Por qué? Porque según la definición del diccionario, magnicidio es “Muerte violenta dada a una persona muy importante por su cargo o poder”, y Colosio no tenía ni cargo ni poder, así que no es correcto el término.
Pero me gustaría iniciar hablando un poco de lo que pasó los meses anteriores al asesinato.

Luís Donaldo Colosio Murrieta fue “destapado”, término que se utilizaba en el priísmo para decir quien sería el próximo presidente de México, el domingo 28 de noviembre de 1993. Todavía recuerdo como se anunciaba en la radio a cada rato la designación de Colosio. En un ritual clásico del priísmo, cuando el presidente designaba a sus sucesor, el día del “destape” toda la plana mayor, llámese secretarios de estado, gobernadores y cualquier funcionario de mayor o menor rango, iban a las oficinas del PRI a felicitar al candidato, que no era otra cosa que ponerse a sus ordenes y buscar su favor ya fuera para asegurar “chamba” o ver su futuro político. Sin embargo, alguien faltó a esa cita: Manuel Camacho Solís, en esa época regente del Distrito Federal y quién fuera uno, y tal vez el más fuerte, candidato a suceder a Salinas dada su amistad con el entonces presidente. Camacho sólo se limitó a felicitarlo por teléfono, aduciendo a que no estaba en la Ciudad de México. Aunque el desaire fue para Colosio, tenía la destinatoria para Salinas, mostrando así su desacuerdo con la decisión final, y mostraba que el quiebre entre Camacho y Salinas era evidente.

A los pocos días del destape Manuel Camacho renunció a la jefatura de gobierno del Distrito Federal, pero inmediatamente Salinas lo nombró Secretario de Relaciones Exteriores para evitar una ruptura en su gabinete. Todavía recuerdo la cara de molestia de Manuel Camacho en una entrevista que le hicieron en una gira presidencial por Asia ya como secretario de Relaciones Exteriores.

Pero las cosas cambiaron la madrugada del 1 de enero de 1994 cuando el Ejército Zapatista apareció y cambió todo el panorama nacional. Primero que nada demostró que se tenía un secretario de Gobernación miedoso y que sólo sabía reprimir, Patrocinio González, y a un ejército que no estaba preparado a enfrentarse a un ejército regular o con mayor preparación que los grupos guerrilleros hasta entonces conocidos. La irrupción del EZLN generó amplias simpatías nacionales, especialmente en la generación que había nacido en los sesentas y que tanto anhelaba un levantamiento armado, y provocó una cascada de periodistas de todo el mundo, dejando a un lado al candidato de PRI, Luís Donaldo Colosio, quién veía cómo el centro de atención no era él, si no los guerrilleros.

La primera reacción de Salinas era la de acabar con la guerrilla a como diera lugar, pero la misma presión internacional y sus cálculos políticos lo movieron a no ser tan contundente si no a sentarse a negociar con el EZLN. Se dice que no fue necesario llamar a los Pinos a quién llevaría las riendas de la negociación con la guerrilla, él se presentó y le dijo a Carlos Salinas que no tenía a nadie más que pudiera con el paquete. Ese que se apersonó se llama Manuel Camacho, quién fue designado Coordinador para el Diálogo en Chiapas casi de inmediato. Los resultados de Camacho no tardaron en llegar. Logró sentar a los zapatistas a la mesa de negociación y consiguió una firma preliminar de cese al fuego, dándole gran prestigio y logrando que la atención se centrara en él y no en Colosio. Éste último comentó en varias ocasiones a sus allegados que detestaba el protagonismo de Camacho.

Mientras tanto, la campaña del PRI estaba desangelada, aun y cuando tenía más de veinte puntos de ventaja sobre Cuautemoc Cárdenas, candidato del PRD. La figura de Camacho era la que se acrecentaba, y esto era debido a que al no tener puesto en el gobierno ni el que recibiera sueldo por su labor en la coordinación, lo convertía en un peligro para Colosio, quien repetía a sus allegados que no renunciaría a la candidatura como algunas veces le insinuó el círculo cercano del presidente.
Así las cosas, Colosio tenía que actuar, y rápido, tenía que demostrar que él llevaba las riendas de su campaña, que nada impediría que asumiera la presidencia el 1 de diciembre de ese año. El discurso que pronunció el sábado 6 de marzo es considerado como parteaguas de su campaña. En esa ocasión pronunció las siguientes palabras:
"Veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y que están dispuestos a creer, a participar, a construir nuevos horizontes”.
"Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”.

Mucho se ha dicho que ese discurso hizo enojar a Salinas al insinuar que el neoliberalismo no estaba dando resultados deseados y planteaba su reformulación, siendo además una dura critica a las políticas salinistas. Pero no es tan cierto, la realidad es que Salinas “palomeó” ese discurso, como todos los que daba Colosio, pero si seguía habiendo presiones de parte de José Córdoba Montoya (jefe de la presidencia y el segundo hombre más poderoso después del presidente) para que renunciara, como bien afirmaba el periódico El Norte.

¿Por qué no pudo haber hecho enojar ese discurso a Salinas? Primero que nada todos los candidatos del PRI siempre rompían con el presidente en turno en cierta medida para demostrar que ellos solucionarían la cosas. Luís Echeverría hasta fue a Tlatelolco durante su campaña y pidió un minuto de silencio por los muertos en la masacre del 68, lo que provocó que Díaz Ordaz se enojara y pensara en cambiar de candidato, pero eso no sucedió (para desgracia nuestra). Segundo, fue un claro ejemplo de aprovecharse de la ocasión (como buen político) porque lo que dijo era básicamente lo que pedían los zapatistas, entonces parecía que él también enarbolaba las mismas causas y sin duda, si ganaba, satisfacería las demandas zapatistas. Quería hacer creer que pensaban lo mismo. Ese discurso se comentó mucho, parecía que rompía con Salinas y le daba un nuevo impulso a su campaña. Pero las cosas eran distintas, Manuel Camacho seguía con los reflectores y hasta se especulaba la posibilidad de ser el candidato del PRD o del PAN, siempre y cuando Cuautemoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos renunciaran a sus respectivas candidaturas. Sin embargo, eso mismo ocasionó que Salinas ahora presionara a Camacho para que desechara la idea de ser candidato y se alejara de la oposición; era claro que Salinas no cambiaría su decisión. La renuncia de Camacho a cualquier candidatura se dio el lunes 22 de marzo.

Por fin Colosio podía dormir tranquilo, si nada resultaba extraño, él sería el siguiente presidente de México. Pero si hubo algo extraño…

Ese martes 23 de marzo, en la colonia Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California, Colosio terminó su discurso cerca de las 17:00 hrs tiempo del Pacífico. Caminó diez metros entre la multitud rumbo a un automóvil que lo conduciría al Club Campestre de Tijuana donde seguiría con sus actividades planeadas, pero recibió dos disparos, uno en la cabeza y otro en el abdomen, y a las 20:00 hora local se le declaró muerto. Todavía recuerdo como la noticia corrió como reguero de pólvora, dio mucho miedo, se sentía en el ambiente. El candidato del todopoderoso partido gobernante había muerto. Al día siguiente se sentía una tensa calma, muchas oficinas y negocios no abrieron. Las estaciones de música, específicamente WFM no tuvo locutores ese día 24, sólo se oía una grabación de Charo Fernández que decía que por respeto a lo sucedido no habría locutores ese día, no recuerdo si tampoco radioactivo 98.5 los tuvo, y la razón era clara: el gobierno no quería que se especulara con lo sucedido. Recuerdo muy bien como mi hermano mayor llegó a la casa con todos los periódicos de ese día, estábamos ávidos de saber que había pasado. No sabíamos que iría a pasar, era claro que el sistema estaba descompuesto, no podía ser posible que próximo presidente del país fuera asesinado, tenía que ser el mismo partido quién lo mató o hasta el mismo presidente.

Las cosas en México estaban cambiando y no se sabía que pasaría. Muchas preguntas surgían: ¿Salinas no sabía? ¿Cómo reaccionará el EZLN? ¿Los militares como actuarán? ¿Qué hará Estados Unidos? Era el primer asesinato de importancia desde 1928 cuando José de León Toral mató a Álvaro Obregón el martes 17 de julio de 1928, siendo ya presidente electo. La presidencia de Salinas se le caía a pedazos y toda aquella ilusión de que pertenecíamos al primer mundo (cómo nos hizo creer) se rompía, y mostraba que las cosas se le salían de control y su gran proyecto de ser recordado como el mejor presidente de México y aquel que nos llevó a la modernidad, no sucedería.

En el funeral, cuando llegó Manuel Camacho, muchos priístas le gritaron “asesino, asesino”, siendo posiblemente la manera como Salinas se vengó por la actitud de molestia de noviembre, y Diana Laura, viuda de Colosio, se negó a recibir su pésame.Posiblemente en respuesta al desaire que le hizo a su esposo. Había muchas versiones de quién lo mató. Se abrieron 27 líneas de investigación, así que para conocer al asesino se tardaría un rato.

Pero también había otro problema: si el PRI no tenia candidato para julio, perdería la presidencia. Se tenía que buscar con urgencia un sustituto, pero no se podía poner a cualquiera porque según la ley el candidato no debía de haber ejercido un puesto público los seis meses anteriores a la elección, así que estaban descartados todos los miembros del gabinete, y Camacho había renunciado un día antes a ella. Los nombres se reducían y sólo quedaban dos posibilidades: Fernando Ortiz Arana, presidente del PRI y Ernesto Zedillo, coordinador de la campaña de Colosio, Salinas se decantó por el último. Con la bandera del “colosismo” y por el miedo que generó en la sociedad el asesinato y todo lo que pasaba en le país, el PRI ganó sin discusión.

Se ha dicho mucho al respecto sobre quién lo mató y por qué, además de si fue un complot o no. Lo que sí es un hecho es que la seguridad ese día falló. Estudios del FBI muestran como Mario Aburto y Othón Cortés hicieron una especie de “pinza” para acercarse a Colosio y así cualquiera de los dos pudiera haberlo matado, además de mostrar que no actuó solo Aburto. Que sí hubo un plan para matarlo, y esto porque recibió dos disparos, uno en cada lado, cosa que no pudo haber hecho un solo asesino. Que el que se ve en la toma de la televisión no es el mismo Aburto que se encarceló (cosa que he de decir que estoy totalmente de acuerdo, no es la misma persona), pero se justifica eso diciendo que por los golpes se ve hinchado. Que Manlio Fabio Beltrones “interrogó” a Mario Aburto esa noche cuando él no tenía por qué hacerlo, es más, tenía que estar en el DF en una reunión con el presidente ese día. Salinas dijo tiempo después que fue “la nomenclatura” quién estuvo detrás de todo.

¿Pero realmente podemos creer que él no sabía nada? Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana Roo, dijo una vez que “ en México no se movía un dedo sin que el presidente lo supiera”, y eso es muy cierto. ¿O acaso estaba Salinas tan absorto en evitar que las cosas se le salieran de control que no quiso hacer caso a la información de que algo le pasaría a Colosio? ¿Salinas se dio cuenta de que se equivocó de candidato y lo mató, después de hacer a un lado al candidato natural y con quién ya traía problemas, Camacho Solís, y puso por ello a alguien a quien supuestamente podría controlar, como Zedillo? Si ese fue el caso, erró, y mucho. Zedillo le salió respondón y tocó a la familia de Salinas, hecho inusitado en las reglas no escritas de los presidentes con los ex presidentes.

El sus artículos del 25 y 26 de marzo de este año, Héctor Aguilar Camín, en su columna en Milenio Diario, expone la versión de Mario Aburto de cómo fue que mató a Colosio. Primero que nada explica, Aburto, que se le que “ocurrió” ir ese día al mitin después de salir de su trabajo y se acordó haber escuchado por medio de un policía de donde trabajaba que Colosio estaría por allá. Terminando el mitin intenta salir entre la multitud, pero no puede. El cómo se activó la pistola lo narra así, transcribo textual, tal como viene en el artículo del 26 de marzo (se respeta el tipo de escritura de Mario Aburto):
“Tropieso lebemente logrando mantener el equilibrio, abriendo un poco mis pies, el derecho adelante y el isquierdo atras y alcanso a jirar asia mi isquierda. En eso siento un puntapie en mi pantorrilla derecha y also la mano derecha para apollarme de alguna persona, sin acordarme que traia la pistola en la mano. Y es cuando se activa el arma devido al puntapie en la pantorrilla y a que se contraen mis musculos y nervios devido al dolor del golpe. Se olle un disparo tan fuerte que quedo aturdido y siento un mobimiento muy fuerte en mi mano derecha al oirse el disparo. Y no veo nada, no pudiendome dar cuenta asta esos momentos que era lo que avia pasado. Yo iva callendo devido a que perdi el equilibrio por el golpe en la pantorrilla, y en eso siento que alguien me arrebata el arma y caigo sentado, y alguien cae sobre mi”.

¿De verdad se puede creer en una versión así? ¿Es plausible pensar que fue “un accidente” su asesinato? No, definitivamente no. ¿Salinas sabía y no hizo nada por evitarlo y así poder echarle la culpa a “la nomenclatura”, cómo tiempo después lo hizo? La omisión es igual de culpable que la realización. También se habla con frecuencia de los ideales que tenía Colosio, que quería hacer grandes cambios en México, que hubiera sido un gran presidente y muchas cosas más… pero eso nunca lo sabremos, es muy posible que estuviera acotado de haber llegado a la presidencia. Sin duda su proyecto fue cortado de tajo y siempre el asesinato de alguien será una pena, aunque su muerte, irónicamente, ayudó a acelerar cambios en el país, cambios que orillaron a obligar al PRI a salirse de Los Pinos.

Pero lo más triste es que nunca sabremos la verdad, como todos los asesinatos políticos en México. Pero lo que si es seguro, es que alguien o algunos muy poderosos, lo mataron. ¿Más poderoso o poderosos que el presidente? No lo sé…y me resulta imposible creerlo.

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Quienes cuentan la Historia siempre la han polarizado en buenos y malos, olvidando explicar por qué y cómo sucedieron los hechos, sacándolos de contexto y dando ninguna importancia a las razones que llevaron (u obligaron) a los personajes a actuar de cierta manera. El deseo de "El Gueto..." es presentar lo que se ha dejado de lado: los por qué, los cómo y las razones de la manera más objetiva posible para que TÚ saques tus propias conclusiones, y lo más importante: que TODOS entendamos cómo nos afectan.

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
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