Operación Valquiria, el atentado que casi cambia el curso de la guerra.

Para 1944, después de la derrota en El Alamein dos años antes Alemania iba perdiendo de poco en poco los territorios y era evidente que la guerra estaba cambiando su curso en contra del Reich. El descontento dentro de los mismos militares alemanes se hacía más grande, pero no sólo de ellos, también de muchos civiles que veían como las decisiones de Adolfo Hitler afectaban grandemente el curso de la guerra, y los obligarían a negociar con los Aliados. Sólo los militares podían detenerlo, pero era evidente que muchos de ellos seguían siendo leales al Führer lo cual dificultaba enormemente la cosas para efectuar un golpe de estado, de allí que fuera necesario recurrir a un plan diseñado por el mismo Hitler para usarlo en su contra. Este fue el Plan Valquiria, un operativo que preveía la movilización y despliegue del Ejército de Reserva para reprimir posibles disturbios de los millones de trabajadores que estaban sometidos a trabajos forzados. Pero el plan tenía una variante: sería usado el Ejército de Reserva para neutralizar a las tropas de la SS y la Gestapo leales a Hitler para que después de tener el control de ellos se formara un gobierno civil que pactaría una salida negociada de la guerra.

Sin embargo es de notarse que no eran los generales los que estaban tan de acuerdo con la conspiración sino los coroneles, de allí lo que expresó quien fuera clave en la operación Claus Schenk von Stauffenberg: “Puesto que los generales no han hecho nada hasta ahora, tendrán que entrar en acción los coroneles”. La participación de Stauffenberg resultaba vital para el éxito de ella, y esto debido a que tenía contacto directo con Hitler al participar en las reuniones que convocaba por ser el jefe del Estado Mayor del Ejército de Reserva, y él sería quien le eliminaría. Ahora la cuestión sería en qué momento matarlo.

La primera vez que se encontrara con él fue el 7 de junio de 1944, en la residencia alpina de Hitler, donde tratarían de urgencia el desembarco aliado en Normandía un día antes, no siendo propicia la ocasión por la premura del aviso. La siguiente vez que lo vio fue un mes después, el 6 de julio, en el mismo lugar, siendo una ocasión que se podía aprovechar. Debido a Stauffenberg estaba lisiado (esto debido a que durante su estancia en el Afrika Korps en 1943, su auto fue alcanzado por un cazabombardero británico. Siendo herido y perdiendo el ojo izquierdo, parte del brazo derecho y dos dedos de la mano izquierda) no fue revisado. Llevaba un paquete con dinamita que no pudo accionar por su limitada capacidad de maniobra. Cinco días más tarde lo intentó, pero la no asistencia de Himmler y Göering frustró de nueva cuenta el atentado, y esto debido que para el éxito de la operación era necesaria la muerte de ellos. Las cosas se estaban complicando y era urgente asesinar a Hitler porque sí no el complot podría fracasar, de allí que se decidiera que se mataría a Hitler estuvieran o no Himmler y Göering.

El 15 de julio fue elegido para ello, nada más que el lugar había cambiado, ahora Hitler decidió que la reunión sería en la llamada Guarida del Lobo, su cuartel general de Rastenburg. Esa vez Stauffenberg llevaba consigo dos cargas de explosivos de plástico en la cartera, pero nadie sabe por qué no estallaron. Una version es que entró demasiado tarde a la reunión y no le fuera posible accionar el detonador. Sin embargo ese retraso y la falta de comunicación con Fiedrich Fromm, quién pensó que Hitler había muerto, hizo que éste activara la Operación Valquiria, desconcertando a las tropas. Sólo fue la sangre fría de Friedrich Olbricht (quién era uno de los conspiradores) quien evitó el fracaso del complot, aduciendo a un simple ejercicio. Las opciones se reducían y por ello era vital que la siguiente vez fuera la definitiva, por ello se escogió el 20 de julio, cuando Stauffnberg se trasladaría de nuevo a Rastenburg donde informaría de de la creación de nuevas divisiones.

Ese día Stauffenberg y su asistente, el teniente Werner von Haeften, llegaron a Rastenburg a las 10:10 am, buena hora para reunión con Hitler que sería a las 12:00 horas. Sin embargo la visita inesperada de Benito Mussolini adelantó la reunión media hora. Antes de la reunión con Hitler se realizó una reunión preparatoria en donde Stauffenberg pidió permiso para ausentarse unos momentos con la excusa de cambiarse la camisa empapada, y se dirigió a un cuartito, con el objetivo real de armar el mecanismo de las bombas. Pero el mariscal Jodl Keitel se desesperó y mandó por Stauffenberg quien sólo pudo activar una bomba, dándole a su asistente la otra para guardarla en su cartera. Pero este fue un grave error debido a que aun y cuando no se hubiera activado la otra bomba, la carga explosiva habría aumentado el efecto. Pero ahora el lugar de reunión había cambiado debido al calor, y se decidió salir del refugio subterráneo e irse a un barracón de madera, mucho más fresco.

Justificando que no oía, Stauffenberg se acercó al Führer y dejo la bomba junto a él, a los pies de la mesa. Después, excusándose por una supuesta llamada, salió de la reunión pero se fue directo al auto que lo esperaba y donde estaba su ayudante, y se dirigieron a la salida, donde oyeron a la explosión a las 12:42, y se convencieron que Hitler había muerto. El aplomo de Stauffenberg logró que se sortearan los puestos de control y salieran rumbo al aeropuerto, donde un poco antes de llegar su ayudante Haeften lanzó la bomba sobrante a los árboles. Conforme lo acordado, el general Fritz Erich Fellgiebel bloqueaba las comunicaciones en Rastenburg con el exterior para facilitar la operación de los conjurados, pero antes les anunció que el atentado se había hecho. Sin embargo no lo hizo de forma clara, sino con medias palabras, lo cual hizo que los conspiradores no actuaran, haciendo que se perdiera un valioso tiempo, y sólo fue hasta que Stauffenberg aterrizó en Ransgordf cuando confirmó “la muerte” del Führer. Sin embargo Hitler sólo había sufrido lesiones leves. De primera instancia se pensó que había sido un ataque aéreo pero la ausencia de Stauffenberg haría sospechar un atentado, además, Fellgiebel estaba nervioso y para no delatarse reanudó las comunicaciones.

Pero la incertidumbre seguía en el lado golpista. Cuando Stauffnberg le confirmó a Olbricht éste le pidió a Fromm que movilizará al Ejército de Reserva, pero Fromm dudaba y llamó a Keitel para confirmar la noticia, y contra toda idea, Keitel le aseguró que Hitler vivía. Dicho esto, Fromm se echó para atrás y negó su firma, vital para la movilización del Ejército de Reserva, ocasionando que Olbricht lo detuviera. Desde este momento los hechos se precipitaron y el caos reinó. Desesperado por la inacción de sus superiores, Stauffenberg decidió actuar y poner en práctica el operativo, para ello hizo muchas llamadas aclarando las preguntas que le llovían de los oficiales, quienes recibían informes confusos. Pero a pesar de ello, la operación se activó en Berlín, Praga, Viena y en especial París. Allí, la actuación del general de Carl-Heinrich von Stülpnagel casi logra que triunfe la conspiración, pero de nuevo las dudas, ahora del mariscal Kluge lo impidieron.

Mientras tanto en Berlín el mayor Otto Ernst Remer no estaba seguro de aplicar la operación Valquiria, ya que éste tenía la misión de copar el barrio gubernamental con su batallón. Ello se debía a que su instructor político le insistía que algo raro sucedía, quién le instó que fuera a ver Joseph Goebbles, la máxima autoridad política presente en Berlín. Cuando lo fue a ver, Goebbles no sólo le confirmó que Hitler vivía sino que se lo puso al teléfono, y éste lo ascendió a coronel y le ordenó que aplastara la sublevación. Logró convencer a la mayor parte de la tropa le obedeciera. En tanto, la radio difundía la noticia de que Hitler vivía y estaba en camino a Berlín, esto fue un duro golpe para los sublevados ya que ellos no controlaban las emisoras, así que visto esto, la conjura se extinguía.

Para las 22:30, diez horas después del atentado, Fromm es liberado por sus hombres cercanos pero no pudo ordenar que se detuvieran a los golpistas, produciéndose un tiroteo donde fue herido Stauffenberg. Ocasionando que entre el caos muchos pudieran huir. No así los líderes quienes fueron conducidos al patio central donde Fromm, para borrar todo aquello que lo implicara, los fusiló. Cuando le llegó el turno a Stauffenberg, su asistente Haeftense antepuso a la primera descarga como queriendo protegerlo. Stauffenberg murió al grito de: “¡Viva la santa Alemania!”. Al general Beck se le permitió el suicidio, pero después de 2 intentos se le remató. Los fusilamientos no impidieron que a Fromm se le limpiara de estar en el complot, a él también se le fusiló después. Poco después les sucedió lo mismo a Olbricth y Erwin Rommel, éste último asesinado injustamente porque nunca perteneció a la sublevación, sólo supo de las reuniones que hubo. Más de cinco mil personas que fueron detenidas y se desató una brutal represión en todo el Reich.

El atentado fue fuertemente repudiado por la sociedad, quienes cerraron filas en torno a Hitler. Sin embargo, ¿por qué no murió Hitler? Se ha dicho que fue porque la madera de roble era demasiado maciza. También porque de último momento Heinz Brandt la movió porque le estorbaba o porque la cabaña de madera permitió que onda expansiva se dispersara. Hoy se sabe que el barracón estaba hecho de hormigón armado, paredes de madera con fibra de vidrio y columnas de ladrillo. Así que lo más creíble, junto con las otras dos hipótesis ultimas, fuera que el explosivo fuera insuficiente. Sólo hirió a 19 oficiales, mató a Brandt y causó múltiples destrozos.

Hoy en día a Stauffenberg se le considera un héroe junto con todos lo que participaron en el complot. Pero algo sí nos deja claro el atentado, y esto es que había muchos a disgusto con las políticas de Hitler, y nos muestra una vez más, por más que nos quieran endilgar lo contrario, que no todos eran igual de malvados en el nazismo y que muchos querían una salida negociada con los Aliados, previendo las nefastas consecuencias que tuvo Alemania después.