El Cid Campeador, ¿héroe, traidor o mercenario? (2 da parte)




Los almorávides

Haya sido por la razón que fuera, las cosas de nuevo cambiaron para El Cid. Después de hacerse de Toledo y mantener como vasallo a Al-Qadir al darle Valencia, lo cual ponía como sus enemigos a Zaragoza y Lérida, Alfonso VI se enfrentó a una amenaza mucho más poderosa: los almorávides. ¿Quiénes eran? Eran seguidores de una doctrina islámica que nació en Senegal. Habiendo conquistado Marruecos y el norte de África, fueron llamados por los reinos taifas para liberar la presión de los cristianos, obteniendo resultados muy rápido. Las tropas de Alfonso VI se enfrentaron con ellos el viernes 23 de octubre de 1086 en la decisiva de Sagradas, en Zalaca, donde fueron estrepitosamente derrotadas. Al no poder frenar su avance, la alarma corrió en los cristianos, tanto que obligó a Alfonso VI a atrincherarse en Toledo. Allí llegó Rodrigo y su mesnada en cuanto se enteró de lo sucedido para ponerse a las órdenes del rey. Sin embargo se suscita la pregunta: ¿acudió por iniciativa propia o fue llamado por el rey? De todas formas, la reconciliaron entre ambos se dio, tanto que fue llamado de nuevo a la corte, ocupando de los lugares más importantes en ella. Con esto, sin duda alguna debió de haber pensado Rodrigo que el título de conde llegaría en cualquier momento, pero no fue así. El titulo nunca llegó. Sin embargo, por el hecho de haberse puesto de nuevo a las órdenes de Alfonso VI y haber vencido en Galicia, se le recompensó con siete aldeas.

Meses más tarde, cuando el Monarca estaba guerreando con Andalucía, Rodrigo acudió con sus hombres a Valencia para ayudar a Al-Qadir ante la amenaza del rey de Lérida. Allí Al-Qadir rindió sumisión a Alfonso VI, cosa que disgustó al rey de Zaragoza, presente en la ocasión, porque vio como el Cid ahora le era fiel al rey de Castilla, con quien tenía diferencias. El rey castellano estipuló que todas las conquistas que hiciera el Cid le pertenecerían con carácter de hereditarias, lo cual hacía suponer que las relaciones estaban en su mejor momento. Sin embargo, de nuevo las cosas cambiaron.

Alfonso VI estaba en Murcia, defendiendo el castillo de Aledo de la amenaza de los almorávides,
desde allí mandó llamar a Rodrigo con todas sus fuerzas para que lo ayudara porque se preveía una feroz batalla. Sin embargo Rodrigo nunca llegó. Pudo haber sido por una falta de comunicación, un error o bien por mala intención de alguna de las partes, pero la cuestión es que el rey se puso furioso con el Cid, y sin aceptar explicaciones lo tildó de traidor, de felonía y lo desterró de nuevo. Pero como en esta ocasión la acusación era más grave sus bienes fueron confiscados, permitiéndosele sólo que su esposa e hijos se fueran con él.

Las cosas no se veían nada bien. Corría finales de 1088. Habían pasado dos años de su regreso a Castilla, y ahora muchos lo habían abandonado para no perder el favor del rey, dejándolo solo y sin apoyos. ¿Qué haría?

Su exitoso segundo exilio

Decidio lo único que podía hacer: quedarse en las tierras levantinas que había conquistado, pero ahora con la diferencia de que él sería el dueño y soberano de ellas. Se instaló las tierras de Jiloca, construyendo una gran fortaleza que le serviría de base de operaciones. Después forjó un extenso señorío desde Denia hasta Tortosa (hoy provincias de Teruel, Castellón, Alicante y Valencia) donde cobraría parias a muchas ciudades y castillos, cosechando un poder y una riqueza que nunca había alcanzado (algunos sostienen que mucha de ella fue robándole a los campesinos). Su ejército crecía día con día y era necesario alimentarlo, cosa que se le hacía cada vez más difícil, por ello dirigió su atención a Valencia. Era el año de 1091. Después de someter a parias a Sagunto, Denia y Játiva, preparó el asalto a Valencia. Primero que nada conquistó el estratégico poyo de Cebolla (una colina fortificada), pero estando allí recibió una petición del Monarca para que lo apoyara en una campaña contra Granada.

Aunque su intención seguía siendo reconciliarse con el rey, dudó de la petición. Al final decidió acudir a su encuentro, donde fue recibido cortésmente por Alfonso, aparentando que lo aceptaba de nuevo. Sin embargo los malentendidos y los reproches volvieron, y aunado a una incursión fracasada, Rodrigo decidió volver a Játiva, donde tenía su cuartel general. Sin embargo las cosas se pondrían peores entre los dos. Estando en Zaragoza, donde estaba acordando alianzas con el rey musulmán, Rodrigo se enteró que el rey castellano preparaba una ofensiva de gran envergadura para hacerse del control de los territorios que él se había hecho, y que además contaba con el apoyo del rey de Aragón, el conde Barcelona y las flotas de Génova y Pisa. Cuando Alfonso VI estaba sitiando y exigiendo que se rindiera Valencia, Rodrigo se lanzó contra La Rioja, que era gobernada por su enemigo el conde García Ordoñez, la cual arrasó, y donde los que más sufrieron fueron la gente sencilla. La intención era clara: no se quería enfrentar al rey, pero no quería que nadie pasara encima de él. Mientras tanto, la operación del rey se convertía en un rotundo fracaso.

Corría el año 1092 y ahora la mente de Rodrigo estaba centrada en Valencia, tanto que aun y cuando recibió una carta de Alfonso diciéndole que lo perdonaba, le levantaba el destierro, le devolvía todos sus bienes y lo invitaba a regresar a Castilla. Pero también en este caso surgen algunas interrogantes: ¿El rey se dio cuenta de la valía de Rodrigo y lo injusto que había sido con él? ¿Era sólo el interés de contar con un gran guerrero para así contrarrestar a los almorávides? Si quería las tierras levantinas, ¿tenía que hacer las paces con el Cid? El Cid rechazó la propuesta porque su interés estaba centrado en Valencia, que tenía la amenaza también de los almorávides.
El asedio, que se inició a finales de 1092, se prolongó por dos años, siendo durísimo para los defensores, que pagaron con horribles torturas y con su vida misma la obstinación de no entregar la ciudad, que cayó el miércoles 15 de julio de 1904. Este hecho también representó un hito porque nunca nadie que no tuviera sangre real se había convertido en señor de un reino, gobernando en ella durante cinco años, hasta el 1099. Pero por ser una ciudad tan importante, la amenaza de los almorávides seguía, tanto que tuvo que luchar contra ellos en Cuart y Bairén, esta última ganándola con la ayuda de Pedro I de Aragón, reconquistando los castillos de Sagunto y Almenara.

Pero no todo seria grato para Rodrigo. Su único hijo varón, Diego, muere en la batalla de Consuegra, donde son derrotados los soldados de Alfonso VI y por quien peleaba Rodrigo. Este hecho fue un durísimo golpe para el Cid, ya que no sólo le privaba de su hijo, sino de dejar sus dominios a alguien de su sangre, algo que podía hacer debido al perdón que le había sido dado.
Después de las batallas de Cuart y Bairén no vuelve a tomar las armas. Decide gobernar Valencia, muriendo dos años después, el lunes 15 de junio de 1099. Su testamento decía que su viuda Jimena se hiciese cargo de sus posesiones. Lamentablemente no le duraron mucho. Dos años después los almorávides se dirigen de nuevo a la ciudad, que aguanta el asedio durante meses y que es levantado por el apoyo de Alfonso VI que, viendo la superioridad del enemigo decide no defenderla, evacuándola. Así se pierde el único territorio que quedaba de lo conquistado por el Cid. Los restos del Cid se fueron en aquella ocasión y fueron depositados en el monasterio de Cardeña, en Burgos. Jimena moriría dos años después. Sus hijas se casaron con los infantes de Navarra y Aragón, siendo a la postre madres de reyes.

Nace el mito

Al morir el Cid, las fuentes cristianas lo ensalzaron en gran manera. Lo calificaron de “guerrero invicto”, así como de “magnánimo”. Tenía amplios conocimientos de las leyes y el mundo jurídico y literario, esto aunado a su saber del árabe y de su vida honesta y morigerada. Pero esas eran virtudes de los nobles de la época que, sin embargo, no le quitan del ideal que se le construyó por ser un gran guerrero y alguien capaz de leer bien las situaciones para darles una salida política a ellas, convirtiéndose en el ejemplo de muchos. Evidentemente los musulmanes no tienen un gran concepto de él. Lo catalogan de tirano, maldito, enemigo de Dios o perro, además de ser un guerrero falaz, cruel y avaro. Sin embargo, debajo de esas críticas se esconde la admiración por su coraje, determinación e intrepidez, aquel que se mostró muy superior a cualquier guerrero musulmán o cristiano de la época en la península.

Pero es aquí donde entra uno de los grandes problemas del Cid: la historia se combina con el mito. Algunas de las cosas escritas o relatadas acerca de él oscilan entre las dos, pues magnifican hechos que no ocurrieron como tales, o que ni siquiera ocurrieron, El Cantar del Mio Cid fue combinando leyendas con hechos reales que desde su muerte corrían por Castilla, complicando más las cosas porque mucho de lo allí escrito se considera como algo real. Por ejemplo, aquella ocasión en la lucha contra catorce caballeros leoneses, o cuando con su mirada domina a un león que se ha escapado de la jaula, estos relatos son meros hechos fantasiosos. Uno de los episodios más recurrentes de su vida es cuando gana una batalla ya muerto, sólo llevando su cuerpo y vestido para la guerra, el ejército enemigo huye al verlo. Sin embargo, esto no está confirmado, siendo posiblemente uno de los muchos mitos que se desarrollaron tiempo después.

Sin embargo, lo que no podemos negar es su paso a la posteridad y la influencia que dejó en la historia. El Cid representa al hombre capaz de ir venciendo las dificultades hasta lograr la gloria y la redención de todas las injusticias que recibió. El héroe que encarna todas las virtudes humanas y profesionales, y que después se convierte en el villano mercenario, bandido e indisciplinado, capaz de hacer cualquier cosa por el poder.

Así que la duda persiste: Rodrigo Díaz de Vivar, ¿héroe, villano o mercenario?

Comentarios

  1. El Cid tiene su simil en casi todas las culturas que se han forjado al calor de la batalla o con una presencia militar "importante". (miguel Hidalgo, "los niños héroes y bla bla bla)Saludos mano.
    (muy buen artículo!)
    "El mito del héroe se construye a partir de las exclusiones que el olvido va generando. Los aspectos terribles, malignos, repugnantes de lo heroico son extirpados de tal modo que sólo queda el aura gloriosa de la hazaña noble y valerosa."
    Quasimodo, Salvatore. 1976. Todos los poemas pp.250. Buenos Aires, Librerías Fausto.

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  2. Muy bueno tu artículo, sólo no te olvides de revisar la redacción antes de subirlo, se te escaparon algunos errores.

    Saludos.

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¿Por qué existe El Gueto...?

Quienes cuentan la Historia siempre la han polarizado en buenos y malos, olvidando explicar por qué y cómo sucedieron los hechos, sacándolos de contexto y dando ninguna importancia a las razones que llevaron (u obligaron) a los personajes a actuar de cierta manera. El deseo de "El Gueto..." es presentar lo que se ha dejado de lado: los por qué, los cómo y las razones de la manera más objetiva posible para que TÚ saques tus propias conclusiones, y lo más importante: que TODOS entendamos cómo nos afectan.

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
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