¿Cuándo?


No acostumbro a escribir de cosas actuales en la política, aun y cuando es una de las cosas que apasiona, más bien me gusta escribir de hechos históricos y de cómo han afectado el presente; sin embargo, debido a una cosa muy simple que me pasó hoy, decidí escribir al respecto. Fue algo muy inocuo si lo quieren ver así: entré al metro y un policía me pasó el detector de metal por mi mochila. ¿Qué tuvo de especial esto? Que tenía meses que no me pasaban el detector, es más, muchos sólo lo traían en la mano sin usarlo. ¿Por eso solamente? Se preguntará. Pues sí, un hecho simple dice mucho.

Uno no puede dejar a un lado los sucesos que han acaecido en las últimas semanas: una bomba activada por un celular en Ciudad Juárez, quince muertos en Torreón durante un cumpleaños, asesinatos a un sobrino y un primo del gobernador electo de Chihuahua, la confesión, y su posterior ejecución, de un policía de Torreón ante, aparentemente unos zetas, el asesinato de cuatro personas en una pizzería en Coyoacán y el “levantón” de varios periodistas en la Comarca Lagunera, hecho que provoco que Denisse Mearker no hiciera su programa “Punto de partida” y el editorial de Ciro Gómez Leyva ayer en su noticiario. No son hecho aislados, más bien nos hablan de una fuerte presencia de los narcotraficantes, que más bien son auténticos grupos paramilitares que están en abierto enfrentamiento con el gobierno y entre ellos mismos.

La “guerra” que declaró Calderón al narco, a los pocos días de asumir el poder, nos está llevando a rumbos que desconocemos por completo y que nadie sabe hasta dónde llegará, porque, primero que nada, no hay un plan en concreto, y segundo, el ejército no tiene las facultades para actuar realmente. La descomposición del Estado es un hecho más que comprobado y nos muestra además que, los gobiernos locales, estatales y federal, se echan las culpas con una sencilles tal que parece que el problema no es de ellos. La descomposición tiene un origen, y para ello hay que remontarnos a los años setenta, cuando el PRI estaba en su apogeo de represión y poder, y el negocio del narcotráfico apenas crecía en México. Durante el gobierno de José López Portillo el narco creció muy lento pero seguro. La prioridad del gobierno era “la guerra sucia” y como tal había que eliminar a los adversarios políticos más bien que los verdaderos delincuentes (bueno, en realidad ellos no se podían eliminar a sí mismos) y por ende se ejercía un control muy férreo en el país. La apertura controlada por el Estado durante ese sexenio permitió liberar algo de presión social, pero se seguía descuidando al narcotráfico.

Fue hasta el sexenio de Miguel de la Madrid cuando se puso todos los reflectores en ese problema, y no fue porque el gobierno estuviera interesado en ello, más bien fue por la presión que ejerció Estados Unidos ante el asesinato de Enrique Camarena Salazar, agente de la DEA, que se actuó. El gobierno apresó a Rafael Caro Quintero, un narcotraficante que no necesitaba de tener grandes escoltas, más bien era de trato amable y siempre llevaba un maletín lleno de dólares que usaba cuando era conveniente, acusándolo por ese crimen. En una operación espectacular en Costa Rica fue apresado. El “apretón de tuercas” por los Estados Unidos al gobierno de México puso en la palestra un problema que venía creciendo al amparo de la enorme corrupción del Estado mexicano.

Al principio el país era sólo de transito, pero dos factores incidieron en que cambiaran las cosas. La primera, el poder y la experiencia que estaba teniendo los capos de la droga los llevó a retar a los colombianos y asumir ellos el control de la mercancía para ingresarla a los Estados Unidos, y la segunda, el cierre de la frontera después de 11 de septiembre del 2001 supuso la necesidad de vender la mercancía aquí para no perder dinero. El abaratamiento del producto propicio una escalada de venta sin precedentes y fomentó la aparición de adictos, cambiando el panorama: ahora México era también consumidor.

Pero también otro hecho incidió en lo que hoy vemos. Osiel Cárdenas Guillén, líder del Cártel del Golfo, harto de los decomisos por el ejército y de su constante persecución, gritó a sus allegados que “necesitaba a los mejores hombres que hubiera en el país”. Estos le contestaron que sólo estaban en el ejército. La orden fue tajante: “tráiganlos como sea”. Fue así como surgieron los Zetas, que inicialmente eran para protegerlo a él pero después se convirtieron en el poderos ejército que controla una gran parte del país y que está en un claro enfrentamiento con el Cártel de Sinaloa, del “Chapo” Guzmán, por las plazas. Esa guerra entre cárteles fue la razón por la que supuestamente durante el gobierno de Vicente Fox no se hizo nada para acabar con ellos. Según la lógica presidencial, ellos se acabarían solos, siendo el gobierno un mero espectador y renunciando (como renunció a tantas cosas Fox) a su deber de cuidar a los ciudadanos. Esa actitud, además de las cada vez más fuertes versiones de que el gobierno apoyaba al Cártel de Sinaloa, llevó a niveles de violencia nunca antes vistos en el país, a esto hay que agregarle que los zetas son cada vez más poderosos y más sádicos, en parte por la adhesión de Kaibiles a sus filas, lo cual representa un peligro para los demás cárteles.

El grado de control que se está teniendo por parte de los narcotraficantes me lleva a pensar en un futuro muy infausto, tanto, que no sólo retan a los gobiernos locales, estatales y federal, si no también en el caso de los periodistas a tener un control sobre la información, dictando que se dice y que no. Eso es muy preocupante porque entonces estaremos hablando de un marco en el cual son ellos los que terminan informando, siendo ellos los verdaderos gobernantes del país. Considero que eso es lo más peligroso, que se aplique una especie de “ley mordaza” a los periodistas. Lamentablemente no veo como ninguno de los partidos políticos haga un esfuerzo verdadero por intentar solucionar las cosas, más que el 2012 está tan cerca y la miopía no les “permite” ver más allá de esa fecha, reduciendo inexorablemente las posibilidades de una solución. Están dejando crecer los problemas, y como dijo Maquiavelo en El Príncipe: “sabedores de que diferirla (la guerra) no es evitarla, sino más bien dar ventajas al enemigo”.

El bombazo en Cd. Juárez fue algo rudimentario en comparación con los actos terroristas de Irak o Afganistán, pero nos muestra hasta donde están dispuestos a llegar con tal de no perder el control de la plaza, y mostrarles a todos los niveles de gobierno y demás cárteles que no será tan fácil combatir con ellos. El gobierno estatal y local ya bajó los brazos en la entidad, quedándoles sólo el gobierno federal a los habitantes de una ciudad tan azotada y que ha tenido que cambiar sus hábitos para sobrevivir. Está sólo es la muestra de lo que puede pasar en otras ciudades si no se hace algo pronto, pero ese pronto tal vez llegue cuando nada tenga solución.

La pregunta ahora es: ¿Cuándo nos tocará algún ataque en el DF?”. Lo que me sucedió hoy, la revisión de la mochila, me indica que el gobierno local espera un ataque, no sabe cómo ni en qué momento, pero lo esperan. ¿Están preparados el gobierno local y federal para ello? Por el bien del país, más que de los capitalinos, espero que sí. Si no, “el Estado fallido” se habrá consumado.

Comentarios

  1. Muy buenos tus argumentos, lo malo es que todos esperamos lo peor, ya que no se ve la protección que tanto anuncia el presidente. La guerra del narco es la suma del Estado Fallido del gobierno.

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  2. Recordemos históricamente las funciones del ejercito en las luchas armadas del México independiente, 1823 los oficiales que fueron desempleados se volvieron bandoleros o conformaron gavillas, lo mismo sucede después de la invasión norteamericana, en la época de Juárez, es donde se presenta un alto índice de secuestros, después de la muerte de Madero, salen varios gavilleros y bandoleros como héroes del movimiento, en la época contemporánea del ejercito salen el personal mas entrenado capacitado y sirve como escuela a los futuros criminales que se contratan en los diferentes carteles del país.

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¿Por qué existe El Gueto...?

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
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