Sarajevo: una frenada, dos disparos...y el mundo cambió para siempre


El 28 de junio era un día especial para los serbios. En esa fecha se recordaba la trágica batalla de Kosovo, acaecida en 1389, donde fueron derrotados por el impero otomano e iniciándose así un largo sufrimiento con los turcos; para 1914 estaban dominados por el imperio Austro-Húngaro. El heredero al trono del imperio, el archiduque Francisco Fernando, había elegido ese día para visitar Sarajevo en compañía de su esposa Sofía Chotek, que estaba embarazada de su cuarto hijo. Para la pareja era una ocasión muy especial por dos cosas: primero, celebraban catorce años de casados y, segundo, ella al fin podría acompañar a su esposo en el mismo automóvil en un acto oficial con todo el protocolo, ya que debido a no ser de sangre real no podía acompañarlo según el estricto protocolo vienés. Sin embargo esa ocasión era diferente. La pareja visitaría Bosnia donde asistirían a las maniobras de verano en Tarcin para posteriormente visitar la vecina ciudad de Sarajevo.

Ese domingo amaneció caluroso y soleado. A las nueve de la mañana, una vez finalizadas las maniobras y tras pasar revista a las tropas en el campamento de Philipovic, se dirigen a Sarajevo donde el Ayuntamiento les ofrecía una recepción y diversos actos, entre ellos la inauguración del museo local, para después almorzar con el general Potoirek en su residencia, y posteriormente partirían de regreso a Viena. La comitiva la formaban seis autos que circulaban por la orilla norte del rio Mijacka, donde serían recibidos por una multitud que esperaba a lo largo del camino para saludar a la pareja imperial; las calles y edificios estaban engalanados con flores y banderas. Debido a que en Sarajevo no había una especial animadversión al régimen sólo vigilaban ciento veinte policías ese día. Entre la multitud se encontraban Trifko Grabez en el puente del Káiser; Muhamed Mehmedbasic, Nedeljko Cabrinovic, Vaso Cubrilovic y Cvijetko Popovic en el puente Cumburja, y Danilo Ilic y Gavrilo Princip apostados en el puente Latino, todos ellos esperaban ansiosos ver pasar al Archiduque, éste y Gavrilo Princip tenían una cita con la historia.

Mano Negra

El desmembramiento paulatino del Impero Otomano los últimos dos siglos era visto con mucho interés por parte de Viena para seguir arrancándole territorios y concesiones, además de que así mantenían a los rumanos de Transilvania y el Banato y los sureslavos de Croacia, Dalmacia y Eslovaquia (croatas, católicos, serbios ortodoxos) dentro de su territorio. Pero la enorme injerencia que el imperio Ruso estaba comenzando a tener en zona balcánica preocupaba mucho a Austria-Hungría, tanto más que Rusia siempre ha considerado a los eslavos como sus “hermanitos”. Las independencias de Serbia, Grecia y Bulgaria en marzo de 1878, representó una derrota enorme para la política de control que tenían los austrohúngaros, por ello presionó a las potencias europeas en el congreso de Berlín para que Bulgaria quedara con menor territorio y que Bosnia-Herzegovina se convirtiera en un principado de la Monarquía Dual.

Dentro de la reciente nación Serbia crecía el paneslavismo ruso, pero no nada más allí, también en comarcas que controlaba Bosnia-Herzegovina y Austria-Hungría, especialmente su zona oriental (actual Croacia) llamado entonces reino de Eslavonia, donde se quería recuperar los territorios para hacer una “gran Serbia”, siendo la salida natural al mar Bosnia-Herzegovia, codiciada por los serbios. El golpe de Estado que se efectuó en Belgrado en 1903 y que ocasionó que se asesinara al rey Alejandro I Abrenovich, de tendencia proaustriaca, e imponiendo a Pedro I (afín a Rusia y miembro de la familia Karageorgevich, rivales de Alejandro) aumentó las tensiones en la zona, y llevó a Austria-Hungría a desatar la llamada “guerra de los cerdos” (1906) que fue muy dura para Serbia ya que la primera se cerró la única salida al exterior de ganadería porcina serbia. Para 1908 Austria-Hungría se anexa definitivamente Bosnia-Herzegovina, propiciando que Serbia movilice a su ejército y aumente las tensiones en la zona.

Las guerras balcánicas (1912-13) hicieron que Serbia casi duplicara su territorio, cosa que preocupó a la Monarquía Dual porque sabía de las intenciones expansionistas de Serbia y consideraba que sólo con una guerra las detendría. Los serbios en cambio, cansados de dos guerras en menos de un año y consientes de que su actividad era seguida con lupa por los austrohúngaros, actuaban con prudencia para no provocar nada, por mínimo que fuera, que propiciara una invasión. Sin embargo, para Austria-Hungría el peligro no era Nicolás Pasic, gobernante que derrocó al rey Alejandro I, sino el coronel Dtagutin Dimitrijevic, alias Apis, jefe del servicio de información militar serbio.

En ese entorno, Dimitrijevic creó una organización llamada Unidad o Muerte (Ujedinjenje ili Smrt) pero se le conocía más bien con el nombre de Mano Negra, que contaba con antiguos miembros del grupo nacionalista Defensa Nacional y cuadros de oficiales del ejército y que se dedicaba a protestar y sabotear intereses austriacos por la ocupación de Bosnia, para ello reclutaba a jóvenes para espiar y efectuar esos atentados. Tenía células por toda Yugoslavia y el secretismo y el hecho de que se no se conocieran sus miembros garantizaba efectividad, además de su estructura piramidal que confluía en el Comité Ejecutivo que constaba de diez miembros y lo capitaneaba Dimitrijevic.

Dentro del grupo Defensa Nacional había una sección juvenil llamada Joven Bosnia, que era de donde pertenecían los jóvenes apostados en los puentes y que esperaban ansiosos que pasara Francisco Fernando.

El atentado

Un recorte de periodico donde anunciaba la visita del archiduque Francisco Fernando el 28 de junio de 1914 fue enviado desde Zagreb a Belgrado para anunciarles a sus colegas la visita. Según Borijove  Jevtic, miembro de Mano Negra, cuando les llegó el mismo recorte "nos sentamos  y lo leímos (en el café Zlatna Moruna). No había llegado acompañado de ninguna orden, ni de advertencia alguna. cuatro letras y dos números bastaron para que acordáramos unánimemente, sin discusión, lo que debíamos hacer al respecto" (La gran guerra, de Peter Hart, pag. 45). Agentes de inteligencia serbios proporcionaron entrenamiento y armas al grupo.

La comitiva del archiduque pasó primero por donde se encontraba Mehmedbasic, pero no actuó porque un policía le bloqueaba el espacio por donde pensaba lanzar la bomba; Popovic no hizo nada porque era miope y no reconoció al archiduque, otros no actuaron porque vieron a su esposa en el auto y eso los detuvo o porque no se les presentó la oportunidad, sólo uno actuó, Cabrinovic.

Nedeljko Cabrinovic lanzó una granada al auto, Francisco Fernando la vio y levantando el brazo la desvió, rebotando en el vehículo y estallando en el suelo donde hirió a doce personas, entre ellas al conductor del automóvil que resultó con heridas leves. El teniente coronel Erich von Merizzi le fue peor porque fue herido en la cabeza. En tanto Cabrinovic al verse rodeado tomó unas pastillas de cianuro que traía y se lanzó al río Miljacka, pero al tener poca profundidad debido a que era verano no pudo ahogarse, además de que el cianuro estaba adulterado y sólo lo hizo vomitar, siendo detenido.

Pese a todo, la comitiva decidió seguir su curso. Llegando al Ayuntamiento el archiduque le reclamó al alcalde de forma airada: “¡Señor alcalde, uno viene aquí de visita y es recibido con bombas! ¡Esto es un escándalo!”. El alcalde, quien desconocía lo sucedido, prosiguió con su discurso. Sin embargo, al término de este, la cuestión era sí se debía seguir con el itinerario o cambiarlo; algunos sugirieron que el archiduque se fuera lo más pronto posible de Sarajevo, pero él se negó y prefirió ir a ver a los heridos al hospital.

“¿Qué es esto?”

El gobernador Potoirek le aseguró al archiduque que podía seguir el itinerario de forma normal ya que se habían redoblado las medidas de seguridad y los controles en la misma, pese a ello, Francisco Fernando no estaba seguro, y por ello le pidió a su esposa que no lo acompañase lo que restaba de la jornada, cosa que ella se negó a hacer. A las 10:45 la marcha se reanudaba siendo el auto del archiduque conducido por un soldado llamado Leopold Sojka, en el estribo se apostó Frantisek Harrach, amigo personal del archiduque, para más seguridad. La ruta había cambiado y era necesario para llegar al hospital seguir por la avenida Appel sin adentrarse en las callejuelas de la ciudad, sin embargo, nadie le avisó al chofer del cambio de planes y éste decidió seguir con la ruta original, que era por la calle Francisco José para dirigirse a la casa del Gobernador. ¿Por qué nadie le dijo del cambio de planes a Sojka? Porque quien tenía esa función estaba recuperándose en el hospital, el teniente coronel Merizzi.

En tanto, los terroristas se desconcertaron al no saber qué pasaría con el archiduque y se desperdigaron. Gavrilo Princip, de 19 años, decidió comer algo en lo que pensaba qué haría después. En la calle Francisco José se detuvo en el establecimiento de Moritz Schiller, donde se encontró a un amigo.
Justo en ese instante, sin haberle avisado aun a Sojka del cambio de planes, giró para tomar la calle Francisco José. El general Potoirek se dio cuenta del error y gritó para que corrigiese: “¿Qué es esto? ¡Éste es el camino equivocado, se supone que seguiríamos por la avenida Appel!”. En conductor, desconcertado, frena intempestivamente, quedando justo enfrente de Princip, quien al darse cuenta de lo sucedido no duda dos veces y realiza dos disparos apenas sin apuntar. Princip intentó suicidarse con su arma pero fue detenido por la multitud que se encontraba allí, pero entre manotazos y empujones logró tomarse la cápsula de cianuro que también estaba adulterada y no hizo efecto. Mientras, Potoirek pensó que habían fallado de nuevo y se dirigió la residencia del Gobernador, pero en ese inter el archiduque comenzó a sangrar por la boca, esto debido a que la bala le dio en cuello, perforándole la yugular y alojándose en la columna.

Su esposa exclamó: “¡Por Dios! ¿Qué te ha sucedido?”. Acto seguido se inclinó hacia adelante, debido a que la bala le dio en el abdomen, muriendo en ese momento. Potoinek pensó que se había desmayado. Francisco Fernando sólo alcanzó a decir ya agonizando: “¡Querida Sofía, no te mueras, vive por nuestros hijos!”. Sus últimas palabras fueron: “No es nada, no es nada…”. A las 11:30 las campanas sonaron en todo Sarajevo. Princip tuvo éxito.

Un mes después, las alianzas se activaron llevando a Europa a la guerra más devastadora conocida hasta entonces: más de ocho millones y medio de soldados muertos y cuatro millones de civiles. Si, una frenada y dos disparos trajeron las consecuencias más funestas que la humanidad haya conocido hasta entonces.

“Un día la gran guerra europea estallará a causa de alguna maldita estupidez en los Balcanes”, dijo Otto von Bismarck en 1897. Sin duda, esas palabras retumbaron por Europa meses después del atentado.

Comentarios

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"Estas llaves, que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a vuestra excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien represnta".
Palabras que pronunció Agustín de Iturbide al entregarle las llaves de la capital que le habían sido dadas por el alcalde de la Ciudad, don José Ignacio Ormaechea, a su entrada a la capital de la Nueva España comandando a 16,000 hombres el jueves 27 de septiembre de 1821.