Mi encuentro con Octavio Paz

El primer sábado de la Feria del Libro Infantil y Juvenil que se celebró este año fue el único día que pude asistir pese a que vivo a escasas cuadras del CNA (Centro Nacional de las Artes), pero sin duda fue muy valioso el haberlo hecho. Por alguna extraña razón es apenas la segunda vez que asisto a esta feria pese a tener ya treinta años celebrándose, la primera fue el año pasado, y salí un poco decepcionado, no por los libros, sino porque para mí frustración no me pude comprar ninguno. Pero este año me propuse que sería distinto, y de verdad lo fue.

Tenía bien defino a que casa editoriales iría y qué tipo de libros me compraría, así que viendo de antemano el mapa, mi primera parada sería el stand de Conaculta, donde estuve un rato viendo los títulos y quebrándome la cabeza para escoger cual de todos me llevaría; todavía indeciso decidí regresar más tarde, después de ver los otros stands. Caminé después a Porrua, donde me pude comprar la tarjeta de descuento de la editorial por sólo diez pesos, y me dediqué a buscar algún libro que comprar, no quedé satisfecho con ninguno, pero no me puedo quejar porque la tarjeta me costó a un mucho menor precio que el normal. De allí me fui al del Fondo de Cultura Económica donde me quede un rato viendo los libros para niños que había, y hasta leyendo algunos muy breves, pero seguía sin decidirme que libro comprar pese a que vi Los de debajo de Mariano Azuela. Saliendo de ese stand me encaminé al de la UNAM del que salí verdaderamente decepcionado no sólo porque no encontré los libros que buscaba sino porque era mucho más chico que el año pasado. Después de éste visité otros más que me permitieron entretenemerme mientras pensaba en cuál de los libros que había visto me compraría.

Este año la colocación de las editoriales fue un tanto distinta y me gustó ese cambio. Ahora las pusieron más hacia el enorme espacio verde que tiene el CNA, a unos pasos de Cinemark, y me agradó mucho ver a familias enteras en cada stand, caminando o sentadas en el pasto, ya fuera para comer, jugar los niños o revisando éstos los libros que les compraron. Vi muchas de las caras de ellos al revisar su o sus libros, y recordé mi alegría cada vez que me compraban un libro de niño. Es la misma emoción que tengo ahora de adulto. También me dio mucho gusto ver lo llena que estaba la feria y comprobé una vez más que no es que en México no nos guste leer, es más bien que no se fomenta la lectura como se debiera.

Le di toda la vuelta a la feria y decidí regresar al stand de Conaculta donde, de nueva cuenta, me debatiría en mi elección del libro. Estaba entre dos, uno de Lucas Alamán que hablaba del gobierno de Anastasio Bustamante y La Constitución y la Dictadura de Emilio Rabasa, siendo éste por el cual me decanté. Cuando estaba metiendo la cajera el libro en una bolsa también metió uno de regalo, Claridad Errante, Poesía y Prosa de Octavio Paz, esto como parte del DÍA NACIONAL DEL LIBRO, que cada 12 de noviembre, natalicio de sor Juana Inés de la Cruz, escogen un título para festejarlo.

Llegué a mi casa emocionado con del libro que me compré y olvidé el que me regalaron, dejándolo encima de otros libros que tengo. A los pocos días lo tomé de entre estos y lo abrí para leerlo. He de confesar que nunca he leído ni el Laberinto de la soledad, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, El arco y la lira ni ninguna otra obra de Octavio Paz, reconociendo que siendo el único Nobel de Literatura que tenemos debería ser de lectura obligada para mí.


Al terminarlo no puede decir otra cosa que no fuera: "me gustó mucho". Por ello, escogí sólo tres de los poemas de los que contiene el libro, y que me permito transcribir.


La mirada

Entre la tarde que se obstina
y la noche que se acumula
hay la mirada de una niña.
Deja el cuaderno y la escritura,
todo su ser dos ojos fijos.
En la pared la luz se anula.
¿Mira su fin o su principio?
Ella dirá que no ve nada.

Es transparente el infinito.
Nunca sabrá lo que miraba.


Madrugada

Rápidas manos frías
retiran una a una
las vendas de la sombra
Abro los ojos

Todavía

Estoy vivo.

en el centro de una herida todavía fresca.


El otro

Se inventó una cara.

Detrás de ella

vivió, murió y resucitó
muchas veces.
Su cara
hoy tiene las arrugas de esa cara.
Sus arrugas no tienen cara.

Cuando comencé a leer las poesías y prosas de Paz entendí por qué fue Nobel de literatura. Su forma de expresar lo que sentía, rica en descripciones, palabras y formas, captó mi atención de inmediato. Sin duda, el haberme comprado el libro de Rabasa no sólo me trajo una satisfacción, si no dos, ya que por fin pude, para sorpresa mía y sin proponérmelo, leer a uno de los grandes escritores de México.

Mucho gusto señor Octavio Paz, es un placer conocerlo.

Comentarios

  1. Es un gusto saber que gracias a un libro de regalo se abriera una puerta para un lector más de Octavio Paz.
    Es curioso que casi al mismo tiempo y por diferentes circunstancias conociéramos apenas hasta ahora la obra de Paz. Me ha dejado la misma impresion; aunque mi gusto es más por su poesía en donde le habla a la poesía misma y su sentir por la palabra en sí.

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  2. No sé, lo poco que he leído de Octavio Paz no me ha gustado (principalmente he leído poesía).
    Tal vez sería bueno volver a leerlo, tal vez cambie de opinión.

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