EL LADRÓN
Un hombre sediento de oro, se vistió elegantemente y fue a caminar por la plaza. En cuanto llegó a la tienda del comerciante en oro se apoderó de una pieza y desapareció. Días después fue aprehendido y le preguntaron:
“¿Por qué robaste el oro en presencia de tanta gente?”.
“Cuando tome el oro –contesto-, no vi a nadie. No vi más que el oro”.
LA SOSPECHA
Un hombre perdió su hacha; y sospecho del hijo de su vecino.
Observo la manera de caminar de muchacho – exactamente como un ladrón.
La expresión del joven – idéntica a la de un ladrón.
Su forma de hablar –igual a la de un ladrón.
En fin, todos los gestos y acciones lo denunciaban como el culpable del hurto.
Más tarde el hombre encontró su hacha en un valle, y cuando volvió a ver al hijo de su vecino todos los gestos y acciones del muchacho le parecieron muy diferentes a los de un ladrón.
EL ZORRO Y EL TIGRE
Un tigre atrapó a un zorro, y este le dijo: “A mí no me puedes comer. El emperador del cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo, pronto veras como huyen los otros animales al verme.
El tigre accedió a acompañarle. En cuanto los otros animales los veían, escapaban rápidamente. El tigre creyó que le temían al zorro. No se dio cuenta que huían de él.
LA ZORRA Y EL CONEJO
Un maestro salió al bosque en compañía de uno de sus discípulos. Al ver que un conejo era perseguido por una zorra, señaló enfático: “De acuerdo con una fabula antigua, el conejo escapara de la zorra”.
“No lo creo –dijo el discípulo-, la zorra es mucho más veloz”.
“Pero el conejo sabrá eludirla”, insistió el maestro.
“¿Por qué habla usted con tanta seguridad?”, inquirió el discípulo.
“Porque la zorra va corriendo por su alimento y el conejo por su vida”, contestó el maestro.
Un hombre sediento de oro, se vistió elegantemente y fue a caminar por la plaza. En cuanto llegó a la tienda del comerciante en oro se apoderó de una pieza y desapareció. Días después fue aprehendido y le preguntaron:
“¿Por qué robaste el oro en presencia de tanta gente?”.
“Cuando tome el oro –contesto-, no vi a nadie. No vi más que el oro”.
LA SOSPECHA
Un hombre perdió su hacha; y sospecho del hijo de su vecino.
Observo la manera de caminar de muchacho – exactamente como un ladrón.
La expresión del joven – idéntica a la de un ladrón.
Su forma de hablar –igual a la de un ladrón.
En fin, todos los gestos y acciones lo denunciaban como el culpable del hurto.
Más tarde el hombre encontró su hacha en un valle, y cuando volvió a ver al hijo de su vecino todos los gestos y acciones del muchacho le parecieron muy diferentes a los de un ladrón.
EL ZORRO Y EL TIGRE
Un tigre atrapó a un zorro, y este le dijo: “A mí no me puedes comer. El emperador del cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo, pronto veras como huyen los otros animales al verme.
El tigre accedió a acompañarle. En cuanto los otros animales los veían, escapaban rápidamente. El tigre creyó que le temían al zorro. No se dio cuenta que huían de él.
LA ZORRA Y EL CONEJO
Un maestro salió al bosque en compañía de uno de sus discípulos. Al ver que un conejo era perseguido por una zorra, señaló enfático: “De acuerdo con una fabula antigua, el conejo escapara de la zorra”.
“No lo creo –dijo el discípulo-, la zorra es mucho más veloz”.
“Pero el conejo sabrá eludirla”, insistió el maestro.
“¿Por qué habla usted con tanta seguridad?”, inquirió el discípulo.
“Porque la zorra va corriendo por su alimento y el conejo por su vida”, contestó el maestro.
Hola Oscar!
ResponderEliminarTenía un tiempo que no te leía. Buenas fábulas, ¿tu las escribiste?
MO